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martes, 31 de enero de 2012

OH MY GOD!! ES EL DÍA MUNDIAL DEL TRAJE DE GORILA.

Hoy la blogosfera se llena de primates de plástico. Y yo con estos pelos.


Pues nada, dejo al nene en la casa de mi ex, que este finde le toca:


Y vamos de juergaaaaa!!!!

sábado, 28 de enero de 2012

PORNO KAFKIANO


Está claro que un hombre tan obsesivo como Kafka tenía que tener unos gustos exóticos en el ámbito sexual. Reconocidas están sus visitas a clubes de alterne y las sospechosas referencias homo eróticas de sus diarios –esas que el bueno de Max Brod intentó censurar en vida-. No digo que las referencias homo sean algo raro sexualmente (al menos no hoy, que ha llovido mucho desde la época de Kafka) pero dedicar oscuras menciones en sus diarios personales a la posibilidad de lamer los muslos firmes de los atletas, con los que se topaba en el balneario en el que pasó una temporadita de sus habituales convalecencias, tampoco me parece propio de una persona de sexualidad sana.

¿Pero qué pasa cuando un iluminado biógrafo escribe un libro supuestamente riguroso sobre el genio de Praga y se dedica a comerciar con carnaza erótico-festiva para asegurar sus ventas? Es lo que hizo James Hawes con su libro (apropiadamente titulado) “Excavating Kafka”. Que descubras ciertas curiosas “negruras” de la vida privada de ciertos famosos artistas puede tener cierto interés antropológico, psicológico o “cotilleológico”. Pero que este señor promocionara su libro pretendiendo que gracias a haber descubierto que Kafka estaba suscrito a dos revistas porno (“Der Ametyst” y “Opals”), ya podía así ofrecer una radiografía más completa del artista y su torturada psique… esto ya me suena a cuando Mercedes Milá dice que “Gran Hermano” es un imprescindible experimento sociológico. Primero de todo, porque ya algunos estudiosos de Kafka conocían este dato y le había quitado hierro con toda la lógica del mundo. Y segundo porque encima Hawes ve perversiones sexuales por todas partes:

“Estas imágenes no son postalitas de playa traviesas, sino porno simple y duro. Alguno bastante oscuro, con animales realizando felaciones y acción chica-chica. Es bastante desagradable”

Vaya, si yo empecé este post diciendo que las inclinaciones homo no eran algo bizarro, el señor Hawes despacha la “acción chica-chica” como algo oscuro y desagradable. Empezamos mal. Pero encima eso de los animales realizando felaciones se reduce a los dibujos artísticos de pintores tan prestigiosos a primeros de siglo como Thomas Theodor Heine, que en una de las páginas de “Der Ametyst”, concretamente en 1906, publicó esta ilustración:

“Reh-Inkarnation” de Thomas Theodor Heine.

Que a pesar de ser bastante gráfica para la época, no entraría según mi criterio en la categoría de “porno”. O será que yo estoy curado de espantos. El caso es que la subscrición a estas revistas –que según dicen, Kafka ocultaba en un armarito fuera de la vista de sus padres- era un pago “en especias” por los relatos que el escritor les mandaba y acababan publicados. En una época en la que las pobres ventas de la literatura “seria” llevaba a las editoriales a publicar algunos magazines picantes para recuperar gastos, no sería raro que Kafka fuera remunerado a veces con ejemplares de estas revistas en vez de con dinero. Y en mi opinión si es arte erótico o sensual –o vanguardista, viendo el dibujo de Heine- sin fotos de “acción” chica-chico o chica-chica o lo que sea, esto de porno no tiene demasiado, la verdad. Y eso de pagarse un anuncio en “The Times” vendiendo este humo… en fin.


Como cita la web Papel En Blanco, el crítico Reiner Stach declaró que si Kafka tenía cerrada con llave la puerta del armarito donde guardaba estas revistas, era por la simple razón de que allí mismo guardaba su libreta de ahorros; la cual quería mantener oculta a su familia. ¿Una explicación prosaica para algo que parecía jugoso y sensacional? Sí. Tan prosaico como el ver dibujitos guarros de vez en cuando. Nada jugoso ni sensacional, pero si sensacionalista, usado en según que contextos.

lunes, 23 de enero de 2012

MISCELÁNEA MÓRBIDA "Sustitutos, Logos Deformes y Victorianismo"

Sin más dilación:


-No puedo más que volver a quitarme el sombrero ante la BBC y su modernización de las historias de Holmes con el título de "Sherlock". La "aventurera" Irene Adler que aparece en "Escándalo en Belgravia", aqui claramente una prostituta dominatrix que se anuncia por Internet, no es solo una perfecta traslación a la época actual de personaje tan carismático, sino toda ella un símbolo de como se debe adaptar, conceptual y narrativamente, a Conan Doyle. Cada relato del canon es, en mi opinión, un golpe seco y rápido que no sabemos ni de donde viene. Un soplo vertiginoso que nada tiene que ver con el aspecto lánguido, recargado, excesivamente solemne -y a veces apolillado- de la versión de Granada TV que interpretara Jeremy Brett. En cambio, el ritmo implacable de la serie que nos ocupa, la frescura de los personajes y las situaciones asi como su aspecto moderno, todo ello es -paradójicamente- canónico y "doyliano" hasta decir basta. Sí. El sexo es más explícito, hay móviles, blogs y autopsias a lo C.S.I.. Pero todo lo demás es inequívocamente una gran historia sobre Sherlock Holmes.

-Tras algo bueno, vamos con algo horrible. El nuevo logo de DC Comics es feo, poco elegante, multiforme a cada cual más cutre y anticreativo a más no poder. Es decir, un perfecto ejemplo del estado actual de la editorial:



-Por fin he leido "Madame Bovary" -uno de esos obligatorios que se van postergando- y me ha sorprendido lo oscuro, sádico y negro que es este libro. No solo hace una crítica a todos los niveles de una cierta podredumbre social que se desliza tras cada acto humano, desinteresado o no, sino que encima muestra los aspectos más sencillos, cotidianos e incluso bellos de la vida bajo un tamiz desasosegante que parece que rezuma bilis en cada línea. Voy a seguir con "La educación Sentimental" y "Salammbö". ¡Ah! Y otra cosa más grave que me está preocupando. ¿Por qué la sufrida Emma Bovary me parece un personaje repugnante y en cambio el odioso boticario Homais me cae bien? ¿A lo mejor es que el personaje repugnante soy yo mismo?

-Un poster japones muy chulo de "Al Final de la Escalera". ¿Por qué tenemos que irnos a los años setenta para ver películas de terror tan excelentes como esta?

jueves, 19 de enero de 2012

DRÁCULA, JESÚS FRANCO, LOS "ZOOMS" Y LOS BICHOS DISECADOS


AVISO PARA BLOGUEANTES: Vamos a hablar de "El Conde Drácula", atentado fílmico perpetrado por ese directorzuelo de culto -y ganador de un Goya honorífico- conocido como Jess Franco. El siguiente texto cómico-festivo es una respuesta a la reseña de este mismo film recién colgada por mi colega bloguero CINEMAGNÍFICUS. Si quieren leer una crítica seria, profesional e incluso moderadamente positiva de este film, visítenle aqui:

http://cinemagnificus.blogspot.com/2012/01/el-conde-dracula-de-jesus-franco-1970.html

Si quieren sangre, muerte, destrucción y verdades como puños, permanezcan atentos a sus pantallas. ¡¡Este es mi primer posteo crossover con otro blog!! Y para ello resucitamos una de las reseñas más demenciales, destroyers y asqueantes de las que escribí para un fotolog ya difunto que se llamó "bastard movies" y que se dedicaba a desmenuzar con saña todo tipo de pestiños cinematográficos. Este es un aviso para personas sensibles: yo era joven, estaba cabreado y acababa de ver una película que se meaba sistemáticamente sobre una de mis novelas favoritas. Así que manéjese con cuidado (Aunque sigo opinando lo mismo):



Toca ponerse una mascara antigás y traeros hoy, amigos, “El Conde Drácula”. Que comienza con este letrero:

HACE MAS DE 50 AÑOS QUE BRAM STOKER ESCRIBIO LA MÁS POPULAR DE LAS HISTORIAS DE HORROR. EN ESTA PELÍCULA ES REPRESENTADA, POR PRIMERA VEZ, CON ABSOLUTA FIDELIDAD A LA OBRA ORIGINAL.

He aquí el primer toque de comedia involuntaria de la peli, porque la fidelidad a la novela de Stoker se reduce a un solo elemento: El bigotazo que luce Christopher Lee. En lo demás hacen lo habitual en este tipo de adaptaciones: Pasarse la novela por los huevos y usarla como papel higiénico después de cagarse en su trama, sus personajes, su esencia y en fin, en toda ella misma. Jesús (o Jess, para sus paletos fans americanos) Franco se limita a poner la cámara con su falta de garra y el feísmo habitual de todas sus producciones mientras no para de hacer los horrendos zooms habituales de todo el cine de mierda setentero. El director más infecto de todo este sub-genero consiguió un reparto de campanillas para este absurdo proyecto y rodó la aberración resultante en nuestro país.


Christopher Lee haciendo de Drácula, Herbert Lom como Van Helsing y Klaus Kinski encargándose de Renfield acudieron a la Península Ibérica con la intención de pasar unas vacaciones soleadas, tomarse unas cervecitas en chiringuitos y pillar pasta para pagar las facturas; por desgracia se olvidaron el libro de “Como Interpretar” que tanto les ayudo otras veces, porque están los tres de un soso y aburrido que tiran de espaldas. Probablemente contagiados con el ritmo de la película, que es un supremo coñazo que duerme hasta a las ovejas.
Pero repasemos un poco el argumento: Jonathan Harker (que en esta peli es un clon de Chayanne) va al castillo de Drácula porque es abogado y el aristócrata se quiere comprar una casita en Londres. Tras varios Zooms, la gente avisa a Harker por el camino de que el castillo está maldito, de que le espera una buena allí, de que el Conde es un ruina y Harker no pregunta en ningún momento de que coño están hablando, sino que se limita a poner cara de estreñido y continuar el viaje. Cuando llega allí se da cuenta de dos cosas: 1) El Conde en efecto da mucha grima y 2) El cartón piedra del castillo canta más que un triunfito. Impecable el diseño de producción, que vemos bien gracias a los Zooms, con un salón comedor consistente en una mesa grande con una lámpara enorme llena de telarañas de caramelo justo en medio. Los ruidos que se oyen todo el rato y que son en teoría amenazadores gritos de lobos y otros siniestros animales, recuerdan más bien a los de un mono capuchino en celo en plena selva del Titicaca, lo cual nos hace preguntarnos si en efecto esta es la versión definitiva de Dracula o la de Tarzan.


El Conde tiene unas interesantes charlas con el Harker mientras disfrutan de los Zooms. Cuando este le pregunta por qué se quiere mudar a Londres, Drácula contesta que no solo a los jóvenes les gusta cambiar de ambiente, como refiriéndose a la marcha discotequera del sábado. En unos diez minutos pasa lo de siempre... al Harker le atacan las tres vampiras y se escapa cayéndose por las almenas del castillo, imagen que vemos realzada gracias a un Zoom.
En la siguiente escena, aparece directamente en un sanatorio de Budapest regentado por el doctor Van Helsing, o sea Herbert Lom poniendo cara de cabreo toda la película en acojonantes primeros planos y jugando al despiste. Cuando Harker comienza a hablar de Drácula y de los vampiros dice que se deje de tonterías, que eso son cosas del folklore y que no existen. Avanza un poco la trama, muerden en el hospital a una de las actrices tetonas de turno y se produce este curioso diálogo:

-Van Helsing: “Los vampiros son algo muy real. Soy experto en magia negra y llevo años estudiandolos”.
-Harker: “¿Entonces porque me dijo que eran tonterías cuando le conté lo mío en el castillo?”
-Van Helsing: (Zoom a su cara) “No puedo decirselo”. “¡No me atrevo!”

¿Que por que coño se comporta este tío así de raro? No hay explicación en el resto de metraje.

Y hablando de cosas raras, Renfield se da cuenta, gracias a un zoom, de que la casa de enfrente es la morada que Harker le había comprado a Drácula en… ¿Londres? ¿Pero no se suponia que estaban en una clínica de Budapest? No hay explicación para el salto espacio-temporal. En cuanto a Renfield, hace el zumbado solo cuando esta fuera de escena (en unos gritos de loca que se oyen por el sanatorio), porque cuando sale en la película la interpretación de Klaus Kinski se limita a quedarse sentado mirando raro (ni una palabra en toda la película). Su momento más glorioso es cuando Drácula le obliga a tirarse por la ventana, o mejor dicho a un muñeco con las piernas y los brazos doblados rebotando por el suelo mientras grita un continuo “AHHHHHHHH” en Off.

Tras un par de Zooms, Dracula decide que ya es hora de meter caña así que se transforma en murciélago y acecha por las ventanas de
Mina Harker (personaje cuya importancia en la novela es aqui reducida a la categoria de extra). El murciélago cogido de un cable no cantaba asi desde la epoca de Bela Lugosi, y sus chillidos son aqui como los de un sapo. Entre el murciélago-rana y los lobos del Titicaca, no se como no le dieron un Goya al de efectos de sonido.

Los cazavampiros deciden atacar sin Van Helsing, porque a este le ha dado un jamacuco de repente –en el que le vemos doblarse sobre si mismo mientras bizquea ante la camara- y se tira el resto de la película de resaca. Cuando persiguen al Conde, el cual no para de morder extras acompañado de Zooms, este los lleva a una habitación llena de animales disecados a los que ¡Devuelve la vida! No, amigos, el presupuesto no llegaba, así que la escena consiste en un técnico fuera de camara meneando a los bichos peludos para que parezca que se mueven, mientras de fondo escuchamos sus berreos selvaticos. Por cierto, uno de los animales redivivos es una amenazadora y siniestra… ¡¡Ostra!! Un ejemplo mas (y van…) de la cutrez del señor Franco. De las escenas de muerte de vampiras con estacazos de ketchup en las que las agonizantes muchachas parecen no darse ni cuenta de lo que les esta pasando –como si las estuvieran arreglando el pelo-, mejor no hacer más comentarios.


Llegamos al emocionante (¿?) final, en el que emboscan a Drácula, aun en su ataud en lo alto de un carro. Abren el feretro, el Conde despierta y se queda embobado mirando a los que le atacan, dandoles tiempo de sobra para que uno de ellos le meta fuego con una antorcha –y con un movimiento desganado de mano tonta, encima-. Sí, en efecto, en esta pelicula Drácula muere incinerado (ni estaca ni ostias) y lanzado su ataud en llamas por un barranco, de nuevo con un muñeco rebotando dentro. ¿Cine pretencioso y oloroso? ¿Simbólica mierda? ¿Escoria de culto para frikis con el gusto en el culo? “El Conde Dracula" es todo eso y mas. Un pedazo de basura de celuloide que debio correr la misma suerte que el ataud del Conde.


EPÍLOGO: Con este rescate del pasado, inauguramos la sección "ARCHIVOS EXPIATORIOS", etiqueta bajo la que rescataré algunos viejos textos de blogs y páginas anteriores, con la intención de poder finalmente borrarlos del mundo, que solo haya un Wolfville suelto por Google y que todo quede concentrado aquí.

domingo, 15 de enero de 2012

THE WIRE – Un diamante de Baltimore


Soy de los que opina que cuando el rio suena, agua lleva. Normalmente esta regla no se cumple, pero en ocasiones hay que rendirse a la evidencia por mucho que uno quiera diversificar sus gustos, modificar opiniones o simplemente polemizar. Creo que es innegable que la fama de Poe como mejor escritor de terror de la historia no es infundada; y lo mismo podemos decir de Shakespeare, Dickens, Hitchcock, Goya o Cervantes en sus respectivos campos. Si están en el pedestal que están no ha sido por extraños fenómenos publicitarios o pura y llana miopía –estilo Dan Brown, Stephanie Meyer, etc…-, sino porque realmente se lo merecen. Lo mismo sucede con “The Wire” la macro-serie creada por David Simon que duró cinco incendiarias temporadas y que fracasó tanto a nivel de audiencia, como a nivel de premios y reconocimientos. El culto y posterior reivindicación de esta saga sobre drogas, política y poder en la ciudad de Baltimore –hogar de adopción de Poe, mira por donde- ha llevado a muchos a considerarla la mejor serie de la televisión actual, si no de la historia. Y mucho me temo que tampoco exageran esta vez.


Lo que le ocurre al espectador con un mínimo de sensibilidad al acabar esas cinco temporadas –de más o menos 10 o 13 episodios cada una- es sentir un monazo espectacular que ni el de los personajes más “yonquis” de la serie. No podemos concebir que ese oasis de narrativa implacable, personajes carismáticos, profundidad casi literaria y argumentos inolvidables se haya terminado. Algunos buscan consuelo en “Treme” la siguiente y parece ser que también excelente serie del propio Simon, otros se van a los libracos que el susodicho publicó en los 80 y 90, “Homicidio” y “La Esquina”, precedentes literarios de la propia “The Wire”. Otros buscan las sendas adaptaciones televisivas de estos tomos, que podrían servir como precuela o prólogo no oficial de la serie que nos ocupa.

Cualquier ayuda es poca, porque el casi repentino fin de las peripecias de McNulty, Bunk, Omar, Carcetti, Daniels, Barksdale, Bubbles, etc… (Debido a los cada vez más flojos resultados de audiencia) es un flaco favor a la creatividad en cualquier ámbito. Simon quería alejarse del tono convencional de la clásica serie policíaca y no solo lo consiguió sino que poco a poco expandió su propuesta hasta el punto de radiografiar de forma solemne e implacable el pálpito de una ciudad americana y universal. Hay que quitarse el sombrero, a pesar de todo, por una HBO que mantuvo en antena todo lo que pudo aquel fracaso de público, solo porque sabían que estaban haciendo historia de la televisión a pesar de la errática trayectoria del programa. Así como en la primera temporada seguimos al cuerpo policial en su caza de los principales capos de la droga, con la consiguiente cuota de escuchas, detenciones y, a pesar de eso, también asistimos al día a día de los propios traficantes y vendedores callejeros; en la segunda los responsables deciden destrozar el “status quo” y trasladarse a los tejemanejes sindicales del puerto de la ciudad. Pocas series que hubieran cosechado un mínimo seguimiento –contra más esta, que nunca fue un bombazo que digamos- se hubieran atrevido a hacer un borrón y cuenta nueva tan radical en su continuación. Creo que con recordar el caso de “House” –cuatro o cinco temporadas prácticamente clónicas-, queda más que claro lo que quiero decir. Es cierto que a veces echamos de menos un toque más amable o algo más de alivio ante tanta tensión y drama, pero la serie es como es y no hace concesiones. La cuarta temporada se me hizo algo cuesta arriba debido a que se concentra en las escuelas públicas y casi deja de lado el “policial procedure”, pero a pesar de ello es imprescindible en el engranaje completo de la serie. Sin esa cuarta parte más morosa, la quinta no sería tan soberbia.


Simon, de escritor a productor, decidió usar un ritmo lento y pausado (novelístico), sin apenas tiroteos para una serie supuestamente “de policías”, y realizar un “scanner” completo del devenir de Baltimore vía sindicatos, políticos, el sistema de enseñanza y los periodistas en un cóctel que deja a las claras que casi todo está podrido. Que el que hace lo correcto –Daniels, D´angelo, Duquand, Bodie, McNulty…- acaba mal, mientras que los malos –traficantes, polis corruptos, periodistas mentirosos- suelen irse de rositas. Que si alguien es honesto y quiere hacer algo bueno por servir a la sociedad, debe invariablemente saltarse la ley o corromperse –Omar, Freemon, otra vez McNulty y Carcetti-, dado que la propia ley hará todo lo posible en su carácter burocrático, fiscal, jurídico, empresarial, etc… para poner todo tipo de trabas y cortapisas para su propio cumplimiento.


¿Qué mejor ejemplo de este desolador mensaje que personajes como Stringer Bell u Omar? El primero es un traficante que usa sus conocimientos empresariales y de economía para llevar un negocio mejor que
muchos estamentos legales. Y es hilarante como Omar es más efectivo haciendo seguimientos y cazando criminales que la propia policía. Pero cualquier análisis de personajes en “The Wire” queda cojo ante el increíble despliegue coral que cobra vida ante nuestros ojos.
Hablábamos antes, algo erroneamente, de buenos y malos. No existe tal cosa en la serie. Niños de la calle condenados a ser vendedores de droga para siempre, otros niños que logran salir del atolladero gracias a la educación mientras a otros es precisamente la educación lo que les condena. Un político, Carcetti, de buenas intenciones que sufre una incómoda evolución hacia la ambigüedad moral junto a unos sindicalistas que quieren salvar su trabajo y acaban escaldadísimos, mientras que otros consiguen llamar la atención sobre sus problemas. Mafiosos de la vieja escuela chocando con los de nuevo cuño. Maniqueísmo cero, dado que los traficantes del “guetto” pueden ser capaces de las cosas más nobles y los policías como McNulty pueden llegar a ser auténticos desastres tanto en el plano privado como en el laboral. Y extrañas muestras de compasión y amor que florecen entre los escombros más humeantes y abandonados. El extraño convencimiento de que, y eso es lo más importante, a pesar de lo mal que está todo siempre habrá personas dispuestas a luchar por algo cuanto menos decente en esta locura que nos toca vivir a diario. ¿Un mensaje pesimista y oscuro? Sí, pero también lleno de humanismo, aunque sea a ráfagas.

En efecto, a la espera de ver “Los Soprano” que parece que podría ser la única capaz de plantarle cara, me temo que “The Wire” es para mí la mejor serie de la historia. Un diamante. No solo por bruto, sino porque está repleto de reflejos, de múltiples y variadas facetas que se enriquecen a cada nuevo vistazo. Y al que por desgracia se le debería haber permitido brillar aun más.



martes, 10 de enero de 2012

EL DESTRIPADOR EN LOS COMICS (Años 90)

Por casualidad estoy inmerso en una vorágine “ripperiana” que me está obligando a hacer extrañas asociaciones. Releyendo la etapa del gran Garth Ennis como guionista de “Hellblazer” –la serie protagonizada por el famoso John Constantine, creado por Alan Moore y que sufrió en cine merced a la sosa versión de Keanu Reeves- me hace gracia como todos los genios del comic inglés parecían pensar a la par en estos tiempos. Voy por el arco argumental llamado “Royal Blood”, que comenzó en el número 53 de la colección y que cuenta como Constantine se topa con una entidad demoniaca que no solo poseyó a Jack El Destripador a finales del XIX sino que ahora se ha introducido nada menos que en un miembro de la familia real para seguir su campaña de desmembramientos y canibalismo. Diversión asegurada, por supuesto.

Esta saga comenzó a publicarse concretamente en 1992. Lo curioso es que solo un año antes, Grant Morrison había presentado al mundo su versión moderna de “Kid Eternity”, el clásico superhéroe DC que en esta reinterpretación postmoderna le permitía al guionista inglés descargar todas sus obsesiones sobre la magia del caos. En esta miniserie Morrison también enfrentaba a su héroe contra una reencarnación moderna de Jack el Destripador, que al igual que en “Hellblazer” venía al mundo moderno poseyendo el cuerpo de un pobre incauto para hacer sus barrabasadas. Dudo mucho que Ennis se inspirara en esta historia de Morrison, puesto que aunque la publicación fue posterior, probablemente el arco estaba planeado desde al menos un año antes.

Y en ese mismo año en que las dos historias publicadas por Vértigo veían la luz o eran concebidas, el mago supremo Alan Moore comenzaba en la revista “Taboo” su soberbia “From Hell”; espectacular construcción y deconstrucción de los asesinatos del destripador desde un punto de vista aglutinador de personajes, perspectivas y erudición bibliográfica. Una obra que también tiene cabida en el especial asesinos de “La Caja de Pandora” que se presentó ayer aquí mismito. Pues bien, la saga de Ennis en “Hellblazer” también usa la teoría de la conspiración masónica para explicar los crímenes del destripador –con la identidad de William Gull como posible culpable-, pero lógicamente la intención es simplemente servir de fondo a una divertida historia de terror; para nada hablar de psico-geografía, política o sociología como Moore estaba haciendo en “From Hell” con carácter tan exhaustivo. De hecho Ennis cuela una divertida errata cuando pone en boca del demonio destripador que recuerda lo bien que se sintió a finales del XIX al extraer las tripas de Elizabeth Stride, cuando precisamente “Liz, la larga” Stride fue la única de las víctimas de Jack a la que éste no destripó.

Tres formas de ver un mito concebidas casi a la vez. Solo tres años antes se habían abierto al público los archivos de Scotland Yard sobre el caso, lo cual propició que la serie de la BBC protagonizada por Michael Caine se estrenara. Y solo un año después –justo cuando la saga de Ennis comienza a publicarse- aparece de la nada un supuesto diario firmado por el mismísimo Jack y que levantó una gran polémica sobre su autenticidad (más que dudosa). Todo ello prueba fehaciente de que primeros de los noventa fue una buena época para “ripperólogos”. Claro que… ¿Cuándo no lo ha sido?

lunes, 9 de enero de 2012

RIPLEY SALE DE "LA CAJA DE PANDORA"


¡Albricias online, amigos! Volvió a abrirse "La Caja de Pandora", esa revista digital que cada cierto tiempo hace un repaso sucinto y documentado sobre un afortunado tema que se dibuja, analiza, reseña y descuartiza en todos sus pedazos. Buena metáfora la última, dado que el tema en esta ocasión es "ASESINOS" y un servidor contribuye glosando la vida y milagros -tanto literarios como cinematográficos- de Tom Ripley. Además de mi desbarre hay entrevistas de lujo, artículos sobre asesinos reales y de cine y una maquetación de aupa, como es lo habitual. Podéis ver de que va todo esto en el siguiente enlace:

http://cajadepandoramagazine.blogspot.com/2012/01/asesinos-numero-3-de-la-caja-de-pandora.html

Y descargar la maravillosa revista de este otro:

http://www.mediafire.com/?sv63bly1tj9icy1

Volviendo al elegante y sanguinario personaje creado por Patricia Highsmith -del que he procurado incluir cada una de sus apariciones en otros medios, aparte de la literatura- ha llevado una interesante vida como icono del suspense desde su presentación al mundo en 1955. Para celebrar el evento, nada mejor que repasar las portadas de las cinco novelas que protagonizó. O, como las llaman algunos en conjunto, "La Ripliada". Para empezar las primerísimas ediciones:






Y ahora las más modernas y bonitas:






¿Y que me decis de este pack con toda la saga y foto de la mismísima Highsmith? Canela.

jueves, 5 de enero de 2012

MAMBO Nª1. Fanzinerismo Del Bueno.

Los creadores del fanzine artístico Mambo han tenido a bien enviarme una copia de su número 1, por lo cual les estoy enormemente agradecido. No solo porque es lectura agradable y apasionante sino porque así puedo yo recomendároslo, hacer algunos adeptos más a la causa y contribuir a que el entramado editorial plagado de vampiros homosexuales, asesinos con capucha y misterios nórdicos, tenga al menos una alternativa de calidad. Así el mundo será un poco mejor.

Aunque quizás un poco extraño. Las historias contenidas en la entrega inaugural de Mambo cuenta con un despliegue de cotidianas rarezas que además de resultar entretenidas logran insertar un toque de malestar que solo la mejor narrativa "slipstream" consigue. De un hombre sin cara que vive solo en un bosque a un simple incidente callejero que se torna en un apocalipsis, las historias y comics incluidos nos dejan embelesados, inquietos y con muchas ganas de más. Un 10 para el tebeo del doppelgänger de oficina. Conceptualmente el número se cuece entre los escritos (guiones, microrelatos) de Jose Luis Forte, y los estupendos y atmosféricos dibujos de María Ramos y Fermín Solis. Son los ilustradores perfectos en su toque incómodo o caricaturesco -según el caso-, para las torturadas historias de Forte. Lo "naif" se acuesta en la misma cama que lo grotesco y los poco avisados lectores quedamos atrapados por la genial propuesta. ¡Viva la independencia, amigos! A seguir así.

Aqui un enlace a más información directamente del blog del escritor:

http://decimavictima.blogspot.com/2011/11/mambo-01.html

Y por cierto, hablando de publicaciones independientes, el próximo lunes dia 9 se lanza el número 3 de "La Caja de Pandora", el magazine de cine, literatura, música y lo que se tercie. En esta ocasión, el tema de cabecera es "Asesinos" y un servidor colabora con un ensayo sobre este caballero:


Más info por aqui:

http://cajadepandoramagazine.blogspot.com/

martes, 3 de enero de 2012

MATINEE: "La Hora Fatal" / "La Horca Fatal"

Hoy visionado de un díptico dedicado al señor Boris Karloff, con dos títulos que en castellano componen una deliciosa aliteración y que suponen un gozo infinito. Dado que estas Matinees de mi blog podrían considerarse un homenaje a los programas dobles de El Abuelito, dedicada a él va la entrada de hoy.

LA HORA FATAL (1940) De William Nigh


Tercer misterio del Sr. Wong, el detective oriental que Karloff encarnó en varias y baratas entregas producidas por la entrañable Monogram. En esta ocasión, Wong se topa con una serie de asesinatos que tienen arranque el de uno de sus amigos en el cuerpo de policia. Tenemos los personajes recurrentes del eternamente cabreado inspector Street y la periodista metomentodo "Bobbie" Logan -una de las miles de clones de Lois Lane que pululaban por el cine de entonces- y una sucesión de testimonios que no se completan debido al disparo de turno y los turbios negocios de contrabando de joyas propios del puerto. A pesar de contar con un protagonista chino hay una frase espectacular por ahi: "Diamantes y Contrabando es igual a Oriental", que confirma que estamos inmersos en la época en que el peligro amarillo estaba en su apogeo. Por lo demás, el clásico estilo plomizo de la Monogram se mezcla con el carisma de Karloff y el eterno "whodunit" sorpresivo. Pura delicatessen para almas de serie B.

LA HORCA FATAL (1939) De Nick Grinde


De título original "The Man They Could Not Hang", esta producción de la Columbia raya a mucha más altura en resultados cinematográficos que la anterior cinta de misterio nipón. A pesar de ser una "cheapie" total -solo dos o tres escenarios... ¡Pero que bien aprovechados!- y de que su argumento es tipiquísimo (la venganza de un científico loco sobre los que le arrebataron su experimento y su vida), la interpretación de Karloff dignifica la propuesta. Con su papel lleno de matices consigue que un personaje supuestamente negativo acabe cayéndonos de maravilla y deseemos que consiga su objetivo. Con un subtexto sobre el poder de la ciencia siempre mermado por la estrechez de miras de la pacata sociedad, lo que empezó como una clásica historia de ciencia-ficción loca acaba convertida en un dignísimo "thriller" de suspense con ecos de tragedia griega. Desde luego que echamos de menos lo que gente como Tourneaur o Browning hubieran hecho con tal material, pero con la presencia del gran Boris nos basta. ¡Chapeau!