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domingo, 29 de junio de 2014

“SUI GENERIS: UNA RECOPILACIÓN WEIRD” VV.AA.



Vamos a hablar de dos cosas… o de tres, ya que estamos (Y además son tres los cuentos a reseñar): Hablemos de una editorial, Fata Libelli, que tiene los santos bemoles de publicar solo fantasía de calidad y actual –nada de vampiros “byronianos”, héroes de espada y capucha o “steampunk” para adolescentes-, de autores del otro lado del charco y que encima lo hacen en e-book; hablemos también del género en el que se mueve este imprescindible recopilatorio, que como su propio nombre indica se mueve en las pantanosas aguas del cuento “Weird” -¿Terror moderno? ¿Surrealismo de género? ¿Los hijos de Robert Aickman? ¡Qué importa!- Y completemos la trilogía de temas a tratar con un análisis del libro en si mismo. ¿Qué podemos encontrar en “Sui Géneris: Una recopilación “Weird”? Pues aparte de tres historias estupendas, una declaración de amor.

Sobre todo a un género que, a Cthulu gracias, parece que esta empezando a ponerse de moda entre las editoriales y autores españoles –ya hemos hablado por aquí de Aristas Martinez o Nevsky Prospects, y volveremos a hacerlo-, pero también es una declaración de amor a ese afán completista-compulsivo de nosotros, los cuatro gatos aficionados a este esquivo sub-género de la literatura fantástica. Como decíamos, Fata Libelli no va a lo fácil, a conseguir licencias de clones de Patrick Rothfus o (¡glups!) Stephanie Meyer. Su campo de batalla es el de los que hablan bajito, los verdaderos renovadores –y a la vez “respetadores”- del cuento de horror más clásico, alejados de los circuitos más ruidosos. Estamos hablando de una editorial pequeña, de libros electrónicos, que sin embargo tiene ya en catálogo a autores tan imprescindibles como China Mieville o Cattlin Kiernan, y que no por defender el formato “e-book” dejan de ofrecer un producto cuidado y de calidad. Y en este “Sui Generis” abren fuego con tres historias (dos cuentos breves y una “novella”) que son un perfecto ejemplo de lo que estamos hablando. Con un pie en Lovecraft o M.R. James, y otro en Kafka y –obviamente- Aickman, los tres autores aquí antologados son tres practicantes del “weird” moderno que saben perfectamente guiñar a todos esos maestros (y a otros como Machen, Bierce, Borges, etc…) sin dejar por ello la frescura o el afan renovador.

Para que nos vamos a engañar, los responsables de Fata Libelli saben lo que se hacen. Abrir fuego con un cañonazo como “La Señora Medianoche” es un caso flagrante de “agarrada por los eggs” para que no puedas parar de leer hasta consumir la colección completa. El autor es Reggie Oliver, ¡nieto de Stella Gibbons! y admito haberme enamorado de su prosa afilada y llena de humor negro. Tenemos un viejo teatro abandonado –lleno de espejos rotos, bastidores rajados, telarañas y todas esas cosas estupendas-, tenemos un jocoso triángulo amoroso que se mezcla con una trama de investigaciones sobrenaturales, tenemos un espectro, o ente, o no sabemos muy bien qué, proveniente de la época victoriana y que deja perplejo por su originalidad, tenemos también canibalismo, científicos locos, travestismo y una atmósfera que mezcla increíblemente bien el escalofrío con la diversión. Nunca verán una simbiosis tan perfecta en forma de relato entre la solemnidad del cuento de fantasmas tradicional y la chirigota bizarra del cine “grind house” más enloquecido. En fin, para abrir boca un diez a este plato envenenado.

Mark Samuels continúa la fiesta con una pieza igualmente breve pero mucho más seria y reflexiva. “THYXXOLQU” es un relato con un enfoque y un desarrollo más cercano a la literatura “slipstream”, pero poco a poco se va acercando al género más clásico. Una trama que podríamos calificar casi de horror corporativo –en este caso enfocada en la aparición paulatina de un lenguaje nuevo en vallas, anuncios, televisión y prensa- que habría podido firmar un Kafka “pulp” o, quedándonos en la modernidad que defiende “Sui Generis…”, todo un Thomas Ligotti. Un tono surreal y de realismo mágico deriva rápidamente al horror más puro, en un relato que también me trajo ecos del Stephen King de su primera –y mejor- etapa; en el que para más regocijo también hay referencias directas a los clásicos, como el inteligentísimo uso que hace Samuels de la obra de Thomas De Quincey.


Y para culminar nos adentramos en la mugre, la hierba reseca, el pantano, la deformidad, la locura… “Ynys-y-Plag” de Quentin S. Crisp es un auténtico “tour de force” de incomodidad, sugerencia siniestra y atmósferas insalubres. Con la excusa metaficcional de escribir una introducción para uno de sus libros, un fotógrafo evoca su experiencia en una aislada zona rural de Gales y cómo consiguió allí las perturbadoras imágenes que adornan la reedición de su volumen. Como es una especie de reflexión “a posteriori”, el narrador consigue sistematizar y ordenar todas las experiencias que vivió en aquella época, y lo que empezó como un prólogo simplemente descriptivo se convierte en una especie de confesión desesperada del horror en que se ha convertido su vida. S. Crisp se toma su tiempo en describir cada detalle del entorno por el que pasea su protagonista –en frases cortas como fogonazos o enroscadas como enredaderas-, imitando el proceso de selección de un fotografo a base de una prosa casi documental. Eso sí, cuando el horror aparece lo hace con ecos de Machen, Blackwood y una persistente influencia de Lovecraft en la forma de narrar la historia. No sería difícil relacionar la agreste y pantanosa fauna que aparece en “Ynys-y-Plag” con la de los puebluchos ficticios que aparecen en la ficción del genio de Providence, así como la pausada inclusión de lo sobrenatural –en base a una leyenda centenaria- en un entorno exótico pero no por ello menos realista. Y para mi el verdadero mérito del relato es que la amenaza esta presente sin realmente llegar a aparecer del todo, salvo a través de distintas versiones que de su presencia perciben varios testigos y el propio narrador.


En definitiva tres propuestas altamente recomendables para el que quiera echar un vistazo a la buena salud del género terrorífico en general y al etiquetado como “weird” en particular, con una presentación digital maravillosa. A un prólogo excelente, obra de la editorial (situando el género en su contexto histórico y en la actualidad) hay que sumar un enlace a una lista de canciones recomendadas para que suenen durante la lectura de las tres historias. En definitiva, una labor a seguir. En su web podréis exaltaros y alucinar con la cantidad de maravillas en formato breve que nos dispensan a nosotros, los “yonkies” de lo raro: