El día que yo me decida
a escribir algo sobre “Moby Dick”, uno de mis libros de
cabecera –con el que ando últimamente bastante obsesionado gracias a una
reciente relectura- os vais a enterar de lo que vale un peine de hueso de
ballena. Pero como la tarea me da casi tanto miedo como embarcarme en un barquito
pescador de Nantucket, hoy os traigo una serie de bizarras ilustraciones de las
que he sabido gracias el excelentísimo libro “Moby Dick: La Atracción del
Abismo” (editado por Graphiclassics),
del que alguna vez os he hablado por aquí y que una vez más recomiendo
encarecidamente. La editorial “Dood, Mead
and Co” le encargó las ilustraciones de su edición del clásico de Herman Melville al pintor Mead Shaeffer, creando una de las
representaciones visuales más curiosas de esta historia inmortal. Estamos
hablando de 1923, mucho antes de las interpretaciones gráficas más oscuras y
perversas del libro, del postmodernismo e incluso de la versión de John Huston, que muchos aun conservan
en sus retinas.
Shaeffer tenía 24 años
por estos entonces y, como relata Charles
Caum en el texto que presenta el libro de Graphiclassics, “Su corta edad no le permitió percibir lo
que suponía enfrentarse a una obra tan compleja, por lo que su versión supone
la aproximación más optimista e ingenua de las que se han realizado hasta la
fecha”. En efecto abundan unos colores vitalistas, unos marineros guapetes
e incluso un Ahab muy bien plantado –aunque
no tan joven y galán como el de Gregory
Peck-, por lo que esta interpretación tiene más que ver con una novela de
aventuras clásica a lo “Isla del Tesoro” o las de Salgari, que a la verdadera pesadilla hacia
la que el Pequod acaba derivando.