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jueves, 18 de septiembre de 2014

“MAL DE MARES” De Alberto Bermúdez




De quitarse el sombrero es este libro por dos razones. La primera, como es lógico, es debida a la valentía de su escritor, el señor Alberto Bermúdez. Ahí es nada pasar de un título “zombie” de esos que están tan de moda –y del que no me pidáis referencias porque ya sabéis que huyo de ese sub-género- a una historia de horror clásica sin efectismos y además ambientada en un barco a primeros del siglo XIX. La otra razón sería la iniciativa de un sello tan interesante como TyrannosaurusBooks, que aunque no les había hincado aun el diente en materia narrativa (este es el primer libro de ficción que leo salido de sus editoras manos), están consolidándose con una interesantísima propuesta ensayística sobre cine que os recomiendo chequear. Y ahora inundémonos de salitre y zarpemos en el inquietante “Nuestra señora del Rosario”.

“Mal de Mares” es la narración de una pareja normal que se embarca en un navío de guerra… y a partir de ahí mejor que leáis vosotros el resto. La bitácora que el protagonista lleva encima a lo largo de toda la historia, su voz unas veces crítica, otras sorprendida y siempre elocuente, nos ayuda a meternos en un relato de terror en el mar en el que nunca estamos muy seguros de qué está ocurriendo exactamente. Ni siquiera los habituados a la literatura de William Hodgson, de Francis Marion Crawford o W. Clark Russel podrán reconocer más que un par de guiños a las criaturas y horrores que estos maestros reflejaron en sus relatos. En realidad veo más esta novela como una historia de casa encantada flotante, con ecos de Le Fanu y, sobre todo, de Henry James, en la obsesionada descripción de unos hechos que desafían la lógica y que resulta difícil discernir si son reales o desvaríos provocados por el mareo de las olas. El punto de ambigüedad flota –perdón por el facilón término- por toda la historia. Para darle aun más salsa al cóctel que se nos ofrece, el autor incluye un par de historias cortas contadas por algunos marineros del navío, que no hacen más que aumentar el hechizante tono de viejo cuento marítimo que tiene toda la historia. Además de aportar unas piezas breves que complementan a la novela pero que podrían disfrutarse de forma independiente.

Lo bueno de la historia de “Mal de Mares” es que no atosiga con excesivos requiebros de modernidad, sino que más bien es un excelentemente trazado pastiche de la literatura de terror marítima más clásica. Y lo dice uno que normalmente desconfía de estos artefactos, pero es que el lenguaje está tan documentado, la trama es tan clásica en su plácido (pero siniestro) desarrollo y el lenguaje del siglo XIX –mezclado con la terminología propia del lenguaje de los marineros- esta tan efectivamente recreado, que uno no puede más que dejarse llevar por una trama que además no aburre en ningún momento. Quizás los no-iniciados en estos menesteres se impacienten un poco en los primeros capítulos con esa mezcla epistolar de fría crónica de viajes, atmósfera cargada de promesas y glosario marítimo. Hablando de eso, es un acierto el haberlo incluido en las notas, en vez de como un diccionario al final, pues así nos sentimos tan inmersos en el ambiente del barco como su propia tripulación. 

 
Como decía, a pesar de estas primeras páginas, algo más de presentación, el resto se bebe de una sentada. La trama y la descripción de la atmósfera es lo más importante de la historia, mucho más que unos personajes que –quizás sería un pequeño y perdonable fallo para mi- no tienen todos el mismo grado de entidad que deberían, habiendo algún secundario memorable que roba planos incluso a los en teoría protagonistas; pero es la consecuencia lógica de una trama que despliega sus mejores virtudes en la creación de un ambiente de amenaza e inquietud, antes que en la vicisitud de los entes de ficción que lo habitan. Y además Bermúdez lo hace sin usar demasiados manierismos, cosa curiosa teniendo en cuenta lo complicado del lenguaje arcaico que se usa en toda la novela. Solo eso ya me parece un acierto al alcance de solo unos pocos, así que chapeau.

martes, 2 de septiembre de 2014

"LA NOCHE A TRAVÉS DEL ESPEJO" de Fredric Brown



A través –valga la redundancia- del magnífico blog de Cesar Mallorquí y su recomendación, llegué a esta especie de híbrido intrincado del señor Fredric Brown. El autor americano, tan famoso por su excelente ciencia-ficción como por su no menos buena faceta “noir”- fusionó en esta novela de culto lo mejor de ambos mundos en una intrincada trama que engancha desde su primera línea. Pero hay un par de motivos que hacen que esto sea así de fetén para el sufrido y acalorado escriba que estáis leyendo. En primer lugar la historia transcurre en una sola noche y en un pequeño pueblo americano. Los elementos claustrofóbicos de la novela negra más rural están presentes, con sus secundarios carismáticos, sus herederos misteriosos, líos de negocios, bares “after hours”, terratenientes dudosos que quieren comprar propiedades, gasolineras abandonadas, oficinas del sheriff con agentes de la ley poco fiables… y a pesar de la economía de lugares el interés y la intriga fluyen constantemente ante los ojos del lector. 

Y el otro elemento que me enamoró fue el uso constante de Lewis Carroll y su obra como elemento imprescindible de la trama, en un juego referencial inteligentísimo. Ya desde el título original “Night Of The Jabberwock”. Como muchos sabréis, es una referencia el poema del reverendo Lewis sobre un monstruo en su segunda entrega de las aventuras de Alicia, y que también usó como elemento principal el acabadísimo Tim Burton en su vergonzosa adaptación del clásico de Carroll. Este título no está del todo mal traducido en su versión española, haciendo referencia en este caso a la obra original que contiene el poema: mi favorita personal, "Alicia a Través del Espejo".


¿Pero como logra Brown esa fusión de “noir” y fantasía? Lo primero de todo es advertiros de que no pienso revelar ningún detalle de la parte final de la historia (como es lógico yo, al igual que el señor Mallorquí, quiero que la leáis), pero sí diré que la atmósfera de este “Night Of The Jabberwock” es logradísima. En ningún momento deja de ser una historia “noir” aunque se salga de los tópicos de muchas de ellas –el protagonista no es un detective, sino un editor de periódico fan de Lewis Carroll, y al cual no ronda ninguna “femme fatale”- pero el misterio a resolver está impregnado de un toque onírico que nos hará dudar en todo momento si realmente esto es “solo” otra historia de suspense, o extrañas fuerzas se están manifestando en ese pequeño pueblo de la América profunda. Y como esa es la gracia del asunto -os reitero que Brown fue en maestro en ambas vertientes literarias-, no pienso revelar si al final será una cosa o la otra. 

Es de hecho ese toque de historia soñada el que mejor cuadra a la historia, con ese protagonista, Doc Stoeger, redactor fracasado y dueño del periódico local menos leído del estado –al cual acogemos como narrador con los brazos abiertos, gracias a su diálogo empático y gracejo natural-; el cual pasa una noche inolvidable en la que gánsteres huidos, misteriosos fans de Lewis Carroll, policías nada limpios que se la tienen jurada, misteriosas logias dedicadas al estudio de “Alicia En El País de las Maravillas” y una serie de noticias que podrían reactivar su periódico –pero que parecen eludirle-, hacen que Doc parezca bascular todo el rato entre el sueño y la vigilia, o entre hechos reales que parecen delirios y fantasías totalmente palpables. Lo cierto es que el consumo casi continuo pero controlado de alcohol por su parte no le pone las cosas fáciles a la hora de discernir si esta metido en una simple historia de atracadores de bancos o bien hay fuerzas sobrenaturales dejando su huella en la entretenidísima trama. Cada capítulo es introducido por un fragmento del poema “Jabberwock” y a pesar de la conocida impenetrabilidad de esta rima, casan perfectamente con los acontecimientos que suceden a nuestro sufrido protagonista en una noche de locura y crimen. 


¿Está Doc a un paso de entrar al “Pais de las Maravillas”? ¿Hay un siniestro demiurgo detrás de todas sus peripecias? ¿Logrará nuestro héroe sobrevivir a esta noche inolvidable y volver para contarlo todo en su periódico? ¿Esta la clave en el poema? Veamos un fragmento en traducción del dios venido a la tierra Francisco Torres Oliver:

    "¡Cuídate, hijo mío, del Jerigóndor,
    que sus dientes muerden y sus garras agarran!
    ¡Cuídate del pájaro Jubjub, y huye
    del frumioso zumbabadanas!"

Y con eso está casi todo dicho.

El ritmo es tan endiablado, la caracterización de personajes tan bien trazada –todos, por menores que sean, tienen su momento de gloria- y la trama tan sumamente lógica y estructurada, que no podemos más que dejarnos llevar por un entretenimiento de primera. Un libro no solo para fans del señor Carroll, sino para cualquier que suspire por las obras de suspense de aliento clásico y a la vez con ese toque “outré” que nos consiga transmitir que no estamos leyendo otra vez la misma historia de siempre. De ese tipo de novela por las que de vez en cuando nos alegramos de ser “yonkies” de esta cosa llamada ficción. Sea esta real o “ficticia”.