“¿Visión
sobrenatural? Este chico no ve a través del metal. Las adivinaciones que hace
responden a un truco. Exijo que reconozca que tiene truco”
(Harry Houdini, 1924)
Me decido a comentar la
última publicación de los excelentísimos chicos de La Felguera Editores aparte de porque es una maravilla, también
porque, efectivamente, es la última que han editado. Porque en realidad podría
haceros una reseña al completo de su catálogo –todo él imprescindible- o
dedicar la entrada a todo tipo de loas y parabienes a la que considero una de
las mejores editoriales en activo en el mercado. Y para mi gusto
contracultural, ensayístico, postmoderno y de cultura negra popular, tengo que
decir que es mi favorita de todo este rosario de editoriales independientes
que, a Chluthu gracias, nos rodea en
la actualidad. Ahí es nada mezclar literatura de combate, asesinos en serie,
investigaciones sobre arte maldito, anarquía, magia, victorianismo, rock and
roll, subversión, poesía… como he dicho alguna vez, esta panda –con el escritor
Servando Rocha a la cabeza- tiene
que realizar algún tipo de ritual chamánico para meterse en mi cerebro todas
las noches y de mis sueños extraer su catálogo. ¡Y encima han publicado obras inéditas
de Alan Moore y William Blake! Too much…
Otra de las
características más atractivas de La
Felguera, la cual podemos disfrutar sobradamente en este “Valle-Inclan
y el Insólito Caso del Hombre con Rayos X en los ojos”, es su
maquetación y diseño. Pese a que sus libros son todos verdaderas obras de arte
muy cuidadas, no dejan atrás ese regusto a panfleto u octavilla revolucionaria –de
esas que ellos mismos producían en su etapa pre-editora, cuando eran un grupo
de agitación artística-, y en los que a veces encontramos un blanco y negro
casi de “fanzine”, una tipografía
creativa y una querencia por el “collage”
que hacen de sus libros un disfrute tanto en contenido como en forma. Frases o
párrafos colocados verticalmente se alternan con los clásicos horizontales,
palabras destacadas en una fuente mayor, imágenes que sustituyen a alguna
parte del mensaje y, por supuesto, un enriquecedor uso de fotografías, grabados
e ilustraciones de todo pelaje salpicadas en el texto tanto en detalles
ornamentales como a doble página.
En este sub-sello “Zodiaco Negro” y con un acercamiento similar, La Felguera ya editó el imprescindible “Sherlock Holmes Vs. Houdini” en el que se traducían textos del gran mago y de Arthur Conan Doyle en su histórico enfrentamiento sobre el espiritismo. Igualmente en la obra
que nos ocupa, Houdini reaparece
para cuestionar los poderes de Argamasilla,
el joven que decía ver a través de los objetos con su visión de Rayos X y que
revolucionó la opinión pública de nuestro país a primeros de siglo. Una historia
insólita que merece ser contada. Y nada mejor para ello que este volumen.
Desgranemos.
Basado en hechos misteriosa
y dolorosamente reales:
“Antes
que Superman, hubo un noble español con visión de rayos X. Se llamaba Joaquín
María Argamasilla de la Cerda y Elio, y viajó a Nueva York en los años 20 del
siglo pasado para demostrar sus poderes ante el ilusionista Harry Houdini.
"Ha venido a este país a convencer a los científicos de que puede ver a
través del oro, la plata, el cobre y otros metales", decía el 7 de mayo de
1924 The New York Times. Houdini no creía que el español, de 19 años, tuviera
"visión supranormal".
(De la Web ForoNuclear)
Houdini contra los fantasmas |
Y esto, que a priori
parece otro bochornoso caso más de los que desenmascaró nuestro ilusionista
favorito, adquiere unas implicaciones mucho más interesantes y, por que no
decirlo, siniestras gracias a los factores siguientes: Argamasilla era español,
y además perteneciente a una estirpe noble de rancio abolengo. El caso fue
polémico en una época en la que los intelectuales se enzarzaban en debates enconados
de prensa y además coincidiendo con el periodo de entreguerras, el cual fue un
caldo de cultivo para un “revival” de
las creencias mágicas y espiritistas a nivel mundial. ¿Ciencia o hechicería? El
padre de Argamasilla –ejemplo de
aristócrata castizo, apolillado y oportunista- se enfrentó a las evidencias de
hombres de ciencia notables como Gonzalo
Rodríguez Lafora, con la insólita ayuda espiritual de un personaje que
nadie hubiera esperado ver metido en estos bretes: el mismísimo Valle-Inclan. Pero todo tiene su
sentido.
De hecho el libro que
nos ocupa, en su perfecta estructura en cuatro partes, se inicia con una
magnífica y documentada introducción de la autora Grace Morales –a la cual nunca perdonaré el haber escrito un libro
sobre Mecano (es broma), y a la que últimamente
no puedo admirar más gracias a su ficción, de la que encontramos muestras, por
ejemplo, en las revistas “Presencia Humana” y en “Prosa
Inmortal”-, y que escribe un prólogo perfecto para situarnos en el
contexto histórico de la intelectualidad española y la extraña inclusión de Don Ramon María en la misma. Es el
texto de Morales una reivindicación
atinadísima de la faceta más mágica y espiritualista del autor gallego, que
contextualiza y da fuste a la trama que se nos comenzará a desarrollar en
breve. El diseño, como comentábamos, incluye todo tipo de mágicos “ítems” que nos introducen en la
historia casi como si leyéramos un periódico o revista de la época relativos al
caso: dibujos y fotografías de los primeros experimentos con los rayos X,
grabados de los carteles de magia de la época, recortes que informan sobre el
enigma Argamasilla… un festín.
Lo siguiente es el cuerpo
y alma del libro (y sus músculos, terminaciones nerviosas, etc): Nada menos que
la historia completa del caso Argamasilla-Houdini
escrita por el escritor Ramon Mayrata,
que además de ser un narrador y ensayista impresionante es uno de los mayores
expertos en magia y mentalismo de nuestro país –y cuya página os recomiendo
encarecidamente a los aficionados a este fascinante mundo-, por lo que estamos
ante la más lógica elección para contar este relato tan real que casi parece
ficticio. Todo el escándalo Argamasilla,
y la división de la prensa entre los que le consideraban una maravilla
científica y el más grande personaje de la madre patria, frente a los que solo
veían una ridícula superchería. La breve –pero histórica- intervención de Valle-Inclan, la visita del prodigio
hispano a los Estados Unidos y su choque con un Houdini en plena campaña de descrédito a los vendedores de humo de
la magia y el espiritismo.
Esta claro que el hecho
de que el gran Harry le dedicara un artículo a Argamasilla –además en uno de sus folletos más importantes. Ese en
el que también desenmascara a la mítica médium Margery-, deja bien a las claras el interés personal del
ilusionista por dejar clara su postura en el caso del “famous spaniard” que pretendía dejar en ridículo a los más altos
círculos de la ciencia mundial. La narración de Mayrata es vertiginosa y se lee como la más emocionante novela,
hasta llegar hasta un final que obviamente no revelaré, pero que personalmente
me dejó impactado. Especialmente al descubrir el destino de algunos de los
protagonistas de la historia y como su trayectoria le había llevado a ese
lógico desenlace en un clima tan agitado –pero también propicio- como el de la guerra civil y sus consecuencias. Hasta entonces, disfrutaremos de la historia de los Rayos X desde su mismo comienzo, de
detalles biográficos sobre Houdini
y, por supuesto, la verdad sobre si había algo de cierto en esos extraños tejemanejes que se
traían entre manos aquel oscuro noble y su enigmático hijo.
Completan el volumen, a
modo de apéndices de lujo, nada menos que el artículo original de Harry Houdini a rebufo de este caso, seguido
de la reproducción de varios recortes de la prensa española –la normal y la
espiritista- sobre las conclusiones de Houdini
y el apoyo/rechazo del fenómeno Argamasilla
en toda su máxima expresión. Con los lúcidos artículos del mencionado Lafora y, por supuesto, con la barbuda sombra de Valle-Inclan sobrevolando en cada
párrafo. Un broche de oro que redondea un viaje en el tiempo de auténtico lujo,
servido de la forma más entretenida y vistosa posible. Imprescindible para
amantes del ocultismo, de la magia, de lo decimonónico tardío, de la ciencia
extravagante y de las buenas lecturas en definitiva.