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sábado, 29 de octubre de 2011

WONDER WOMAN - LOS LOCOS AÑOS SESENTA


Ayer se cumplieron 70 años desde que el doctor William Moulton Marston -también creador del polígrafo- dio al mundo a la heroina de DC Diana de Themiscyra, popularmente conocida como Wonder Woman, la mujer maravilla o Marvila en algunos paises sudamericanos (lo de las traducciones de los nombres de superhéroes en estas regiones da para todo un post aparte). Diana era una amazona guerrera pero con buenos sentimientos, configurada como una respuesta femenina al predominio de "mistery men" masculinos (con Batman y Superman como primeras figuras), con un traje de colores patrióticos y la noble misión de embajadora de la paz. El problema es que todos estos admirables valores suelen quedar eclipsados por la potente carga psico-sexual del personaje; no solo resulta ser una de las primeras féminas guerreras de la historia de los comics populares (y la primera dentro del género superheróico), sino que su insinuante atuendo, su origen y crianza en una isla poblada unicamente por mujeres hasta los dieciocho años y la constante imaginería sadomasoquista de todas aquellas primeras historias -sobre lo cual recomiendo este excelente estudio del señor Ausente - parecen alejar al personaje de ese supuesto tufillo infantil que se le quería dar en un principio.


Pero por supuesto no vamos a celebrar el cumpleaños de Wonder Woman contando la historia más convencional de nuestra querida Diana en esta barraca de bellas locuras. Antes bien preferimos concentrarnos en la etapa más bizarra, odiada y vilipendiada de la historia del personaje: Aquel extraño intervalo sesentero en el que la poderosa guerrera amazona hija de una diosa se convirtió en una espía karateka sin poderes con pintas de "mod". Eran tiempos complicados. Batman ya había sido relanzado con lo que se llamó el "New Look" (abandonando las historias en las que el hombre murciélago se enfrentaba a extraterrestres de colores y contaba con aliados tan lamentables como Batmito) y a la pobre "Wondie" le tocó el ir con los tiempos.

El éxito de las películas de James Bond y de shows televisivos de espionaje surrealista como "Los Vengadores" o "El Prisionero" fueron el caldo de cultivo que propició este curioso relanzamiento desde cero de un personaje que tenía sus caractéristicas bastante bien definidas hasta entonces. De un entorno de mitólogia clásica, con Hades, Zeus y Atenea como principales referentes -los cuales hacían contínuos "cameos"-, pasamos a sagas de conspiraciones gubernamentales con villanos que poseen a su servicio ejércitos de ninjas. De las habilidades sobrenaturales de la titular pasamos a una simple humana (con el nombre de su identidad secreta, Diana Prince) que vive en el mundo de los humanos, practica las artes marciales y viste a la moda -falditas sesenteras, chaquetas "mod y trajes blancos ajustados para las misiones de infiltración-. Su novio hasta entonces el piloto Steve Trevor al que conocío en Isla Paraíso, es quitado de enmedio de forma poco elegante. Y cuenta con la asistencia de un misterioso oriental que lleva el esotérico nombre de I Ching. Hay que añadir que el resto de las Amazonas habían desaparecido en otra dimensión -tras perder los poderes- y que la princesa Diana había preferido seguir viviendo en el mundo de los hombres, realizando las misiones antes mencionadas y gestionando nada menos que... ¡¡Una Boutique!!

Podemos estar seguros que el impacto para los lectores habituales del tebeo no debió ser suave. Y el caso es que los elegantes dibujos de Mike Sekowsky y los siempre entretenidos guiones de Denny O´Neil -un auténtico heredero del "pulp"- permiten pasar un buen rato al lector ocasional. Y no solo eso, sino que todo un clásico de la "sci-fi" literaria como Samuel R. Delany escribió un par de episodios de esta Wonder Woman psicodélica. Y por supuesto esta insólita etapa es obligada para coleccionistas de bizarrismos viñeteros como es mi caso, pero por desgracia este renovador y maravillosamente ridículo giro tenía los días contados, a pesar de lo cual duró la friolera de cinco años. El propio O´Neil reconoció años después que un cambio tan radical acabó alienando a los lectores, pero lo que nadie se esperaba es que el mazazo final a esta etapa vendría de la mano de la famosa feminista, escritora y activista política Gloria Steinem, que además de agitadora social y periodista de éxito, había tenido cierta relación con el mundo viñetero gracias a su asociación con el mítico Harvey Kurtzman.

En una reivindicación tan extraña como la propia etapa que la superheroína estaba viviendo, la señora Steinem proclamaba que ella había crecido con la Wonder Woman original a la que casi había llegado a considerar un modelo de conducta mientrás crecía y que, de alguna forma, el cambiarle el traje y quitarle los poderes le parecía una degradación de los valores intrínsecos del personaje. Su campaña fue tan agresiva que hasta desde dentro de la misma editorial se cobró sus frutos. La feminista tuvo la oportunidad de editar una revista de temática femenina -¿Qué otra temática iba a ser si no?- dentro de Warner Communications, que como muchos sabéis también posee los derechos de DC Entertainment, y no solo se encargó de poner a Diana con su traje original en la portada del primer número (bajo el epígrafe "Wonder Woman For President", por cierto) sino que se las ingenió para convencer al jefazo de DC Steve Ross para que publicara un libro que reuniera varias historias de la edad de oro del personaje y que ella introduciría con un extenso prólogo.
¡En una época en la que los tomos recopilatorios no existían! Veintitrés páginas de tocho introductorio en los que la escritoria reivindica su idea de Wonder Woman y aprovecha para dar una charla sobre mitología griega. ¿Era la recuperación de estos comics lo más importante o más bien se trataba de hacer una manifestación política, cultural o como quiera llamársela?

El caso es que el objetivo se cumplió, y el ametrallamiento mediático de la señora Steinem fue sin duda decisivo. Pero aun hubo más leña que echar al fuego de esta encantadora discordia. De hecho por aquel entonces (1974 para ser exactos) se rodó un piloto de serie televisiva en el que la amazona tenía un look opuesto al del tebeo clásico y la metían en tramas muy similares a las de la Diana "espía" que nos ocupa. No, no es la série mítica protagonizada por Linda Carter (me ha parecido oir algunos listillos levantando la voz clamando este erróneo dato) sino toda una rareza protagonizada por Cathy Lee Crosby, la cual, además de montar en moto y pelearse con palos al más puro estilo marcial, lucía de esta guisa:
¡Correcto! Se parece mucho más a la "Wondie" setentera que a la original.

Por supuesto este telefilm fue un fracaso. Casi inmediatamente se encargó una nueva serie en la que el personaje fuera clavadito al comic original y por tanto la actriz se cambió a la icónica señora Carter (¡ahora sí!) y la popularidad de esta Wonder Woman de rojo y azul, con su diadema, su lazo de la verdad y sus brazaletes no dejaba lugar a dudas: La Diana "Mod" tenía los días contados. La amazona en su número 203 volvió a su traje de toda la vida y con ella volvieron sus sospechosas amigas de la isla Paraíso, los dioses del panteón y la interacción con todo tipo de amenazas sobrenaturales. Para la historia quedan estos cinco años de kárate, psicodelia sesentera y personajes totalmente "fuera de personaje", que han inspirado no pocos homenajes modernos. Y para terminar, algunas viñetas en las que podréis ver a la anteriormente diosa de Themiscyra peleando con orientales y melenudos, alternando en su tienda de ropa "fashion" o probándose modelitos "chic" en la misma:










martes, 25 de octubre de 2011

"DRACULA 3D" De Dario Argento ("¿Y con esto? ¿Qué hacemos con esto?")


Lo que parecía una broma del April´s Fools yanki y un cartel promocional horrendo hecho por "Photochop" resulta que al final se ha consumado. Nueva versión de Drácula, sí, y dirigida por el mítico Dario Argento, eso también. ¡Y en las dichosas tres dimensiones de moda! Y con Thomas Krestchman haciendo del conde -buena elección- y nada menos que Rutger Hauer haciendo de Van Helsing -hace años que llevo pensando que sería una opción perfecta para este papel-. El problema, aparte de acordarme de ciertos destrozos "argentianos" recientes (algunos con iconos de similar calado, como el que hizo con "El Fantasma de la Ópera") son estas curiosas fotos de rodaje:










Que me hacen dudar si no estaremos ante la enésima cutrez copiadora de la estética Hammer que se hace para adaptar esta gran historia (Jess Franco ya hizo un atentado al respecto). Y además el argumento de la novela ha vuelto a ser alterado una vez más para encajar en la visión del señor Argento. Este proyecto puede llegar a dar mucho, muuuuucho miedo. El problema es que aun no sé en que sentido.

sábado, 22 de octubre de 2011

LENGUAJES IMPOSIBLES ("Hierático")


Y luego dicen que la ciencia-ficción española no esta viva. Hay autores como Sergio Mars, Rodolfo Martinez, Javier Esteban o Fernandez Madrigal. Hay congresos, editoriales especializadas y multitud de webs dedicadas al tema. ¿Pero hay un escritor rompedor, punkarra, erudito y a la vez vulgar? ¿Alguien que pueda mirar a Ballard o a Burgess de tú a tú y sin pestañear ni un frame? Creo que Francisco Javier Perez es un magnífico candidato.

Y es que esta novela: "Hierático", publicada por el irreductible grupo Ajec, es un absoluto despiporre de género fantástico, postmodernismo psicotrónico y "pulperío" vicioso. Ruidoso, digitalizado y metaficcional hasta la náusea; que provoca en el lector un imperioso deseo de pasar la página para ver que nueva locura se nos muestra y que nuevo giro inesperado va a dar la trama para revolverse una vez más sobre si misma. Lo que empieza como una versión "noir" de una ucronía a lo K. Dick -mezclada con la desverguenza de un Easton Ellis o un Palaniuck- se convierte enseguida en una bestia desbocada, totalmente independiente de cualquier referente y aglutinadora de muchos en una sutil forma. Un viaje a otras dimensiones a las que nos vemos trasladados con tal facilidad que tuve que releer algunos capítulos para intentar encontrar donde estaba el truco.

Comenzamos con un personaje repugnante y a la vez simpático: el detective homosexual y drogadicto -y venido a menos- Aitor Estebowski y acabamos de un lado a otro de la realidad en una mitad en la que la novela se reconfigura a si misma ante nuestras narices y decide tirar por el lado opuesto al que iba. Y a pesar de ello, en el relato que sigue de extraños juegos de ordenador y yonkis de lo "online", de antros en los que el juego de mentes es la mejor droga y en el que atacan ninjas de diseño en algunos ambientes que me resultaron paródicos con algunos momentos de películas como "Matrix", a pesar de todo este batiburrillo digo, al final la sensación es la de haber leido una trama perfectamente engarzada y que no podía tener otro final más que el que se nos ofrece. ¡Chapeau!

Sin tener nada que ver, la estructura de la historia -una novela corta en la que caben todo tipo de enredos psicodélicos- me trajo a la memoria al Pynchon de "La Subasta del Lote 49", obra escrita cuando el genio americano era un joven psicodélico dispuesto a comerse el "establishment" literario. Ojala el señor Perez, trabajando siempre en ese "underground" cada vez más valorado, continúe con tan noble empresa.
Se trata de un autor que no tiene miedo a las nuevas tecnologías,
que es vanguardista sin ser aburrido y que explora todas las posibilidades de la palabra escrita -desde los guiones de comic hasta la poesía, pasando por una curiosa novela escrita a base de "Tweets"-. ¿Estaremos ante el Grant Morrison español? A Dios gracias no. Perez tiene su propio nombre y es cuestión de defenderlo a capa y espada; si queremos que el panorama español se libere de aburridos pastiches, melodramas históricos o "nocilleros" de irregular interés.

jueves, 13 de octubre de 2011

HG WELLS NO ERA FAN DE JOYCE

James Joyce marcándose un guitarreo en 1915

¡Duros tiempos vivieron los valerosos escritores de la vanguardia de primeros de siglo! Una cosa es escribir cada uno lo que le saliera de las narices -cosa perfectamente lícita- y otra que tus contemporáneos tuvieran que reirte las gracias. Pero es que los escritores experimentales no se aguantaban ni entre ellos. Como muestra un botón. Virginia Woolf hablando del "Ulises" de James Joyce:

"...me he sentido inquieta, aburrida, irritada y desilusionada como con un estudiante repugnante que se estuviera tocando los granos. ¡Y Tom, el gran Tom, piensa que se puede comparar con "Guerra y Paz"! Me parece un libro grosero, inculto (...) Creo que es un fallo. Tiene genio, sin duda. Pero de segunda fila. El libro es difuso. Salobre. Pretencioso".

Y esto viene de la misma señora que escribió "La Señora Dalloway", "Las Olas" y "Los Años", que tampoco es que sean el "John Carter" de Burroughs precisamente. El caso es que los Woolf (editores) rechazaron el "Ulises" para su posible publicación -igual que practicamente el resto de editoriales del mundo-, hasta que finalmente la libreria "Shakespeare and Co.", francesa, le echó narices al asunto (los europeos siempre tan gafapastas) y sacaron al mundo la primera edición del dichoso tocho. Pero esto no sería el fin de los infortunios del díscolo irlandés.

Y es que si ya los vanguardistas estaban a la gresca entre ellos, ¿Que no ocurrirá cuando uno de ellos choca con un escritor tradicional? Uno de esos que comprende que a veces un lector necesita desconectar de los problemas estudiantiles, laborales o sentimentales con una ráfaga de diversión, aventura, misterio o simplemente entretenimiento -sea este más o menos profundo, filosófico o moral-, y de nombre H.G. Wells, por más señas, autor de algunas obras maestras de la literatura como "La Máquina del Tiempo", "El Hombre Invisible", blah, blah... un gigante, un autor sobrehumano que escribía tan condenadamente bien que daba hasta un cierto asco.

Así que imaginemos a tan eminente caballero recibiendo una misiva de un James Joyce en la que pide ayuda económica para poder terminar su obra magna de entonces: el ilegible, incomprensible, intraducible e insoportable "Finnegans´ Wake". Y aqui, transcrita para vuestro deleite, está la respuesta de Wells. Una obra maestra del como putear con sorna y desprecio a tu incauto corresponsal, sin perder en ningún momento la flema ni las buenas maneras:

"Mi querido Joyce,

He estado estudiando su obra y pensando en Ud. durante mucho tiempo. El resultado es que creo que no puedo hacer nada para dar a conocer su trabajo. Respeto enormemente su talento desde sus primeros libros y ahora siento una gran simpatía por Ud. pero creo que Ud. y yo nos encontramos empeñados en tareas muy distintas. Su educación ha sido irlandesa, católica, insurgente; la mia ha sido científica, constructiva y, supongo yo, inglesa. Mi estructura mental presupone un mundo en que es posible un gran proceso unificador y de concentración (Un aumento de poder y una ampliación de perspectivas, posibilitadas por la economía y la
concentración de fuerzas).
Un progreso, no necesariamente inevitable, pero si interesante y posible. Ud., sin embargo, empezó católico, es decir empezó con un sistema de valores opuesto a la realidad. Su existencia mental está obsesionada con un monstruoso sistema de contradicciones, Ud. puede creer en la castidad, la pureza, en un Dios personal, y esa es la razón de que siempre esté explotando en gritos de coño, mierda e infierno. Como yo no creo en esas cosas excepto como valores muy personales, mi mente nunca se ha visto sobresaltada o escandalizada hasta tener que protestar/gritar por la existencia de retretes y compresas higiénicas, como tampoco por desgracias inmerecidas. Y mientras Ud. fue educado bajo el engaño de la supresión política, yo fui educado bajo el engaño de la responsabilidad política. A Ud. le parece justo y bello el desafio y la ruptura. A mi en absoluto.

Y ahora por lo que concierne a ese experimento literario suyo. Es algo considerable y en su abigarrada composición muestra un poderoso genio para la expresión, un talento que, sin embargo ha escapado a la disciplina. Pero no creo que llegue a ninguna parte. Ud. ha dado la espalda al hombre ordinario, a sus necesidades elementales, a su tiempo y a su inteligencia limitada y se ha puesto a elucubrar. ¿Cual es el resultado? Grandes adivinanzas. Sus dos últimos libros han sido más divertidos de escribir de lo que nunca serán de leer. Yo, por ejemplo, soy un típico lector común. ¿Me gusta mucho su obra? (¿Derivo placer de la misma?). No. ¿Siento que estoy accediendo a algo nuevo e instructivo como lo siento cuando leo la horrenda traducción de Anrep del libro de Paulov sobre los reflejos condicionados? No. Y me pregunto consecuentemente, ¿quien coño es este Joyce para exigirme tantas horas de vigilia de las pocas que me quedan por vivir para poder lograr una apreciación cabal de sus ingeniosidades, fantasías y peculiaridades narrativas?
Un esquema orientativo del "Finnegans Wake". ¿A que ahora lo veis mucho más claro?

Esto es todo lo que tengo que decir al respecto. Quizás sea Ud. quien tenga razón y no yo. Su trabajo es un experimento extraordinario y haría lo que fuera por evitar que fuera interrumpido o restringido. Tiene sus partidarios y sus seguidores. Que ellos se gocen con él. Para mi es un punto muerto.

Mi mejores y más cálidos deseos para usted, Joyce. Yo ya no puedo seguir su bandera como Ud. no puede seguir la mía, pero el mundo es ancho y hay sitio suficiente para que los dos nos equivoquemos en él.

Suyo,

H.G. Wells."


¡Puntazo! Y es que, lo dicho, no es fácil ser un vanguardista.

P.D: La carta se puede encontrar en el libro "James Joyce" de Richard Ellman (Oxford, 1959). Las traducciones de los textos han sido extraidas del la edición de Cátedra Letras Universales de "La Señora Dalloway", traducción de Mariano Baselga.

lunes, 10 de octubre de 2011

LOS OJOS SIN ROSTRO - Calor en la Mirada.

Ahora que se está usando en vano más de una vez el nombre de esta gran película que es "Los Ojos Sin Rostro" (1960) de Georges Franju, para comentar que ha sido inspiración de cierta mediocridad española de moda -ya sea para compararlas, hablar de homenajes o resaltar sus parecidos con esta (más superficiales que otra cosa)-, es buen momento para recordar algunas de las imágenes más sugerentes, fantasmagóricas y brutales de este clásico. Mil veces reivindicado y no tantas veces visionado:












domingo, 9 de octubre de 2011

ESTUDIO EN ESMERALDA - El Curioso Incidente del señor Gaiman.

No me refiero a la excelente historia de Alberto Lopez Aroca en la que aparecía un trasunto de Holmes, sino al no menos excelente relato de Neal Gaiman que puede verse como una incursión minimalista -casi una pieza de cámara- en el "pasticheo" victoriano a manos del autor ingles. Holmes y Lovecraft van de la mano en una historia llena de sorpresas y detalles que los verdaderos aficionados al juego literario apreciarán con gran regocijo. No me refiero solo a los guiños a otros iconos del "victorianismo" literario (Jekyll y Drácula, por ejemplo. En ese sentido, Gaiman no ha innovado demasiado), sino a que de hecho si no es por un par de detalles fundamentales -pequeños y desperdigados- la historia no puede ser disfrutada del todo ni, me atrevo a aventurar, entendida. Son un par de mensajes cifrados que solo el auténtico "holmesiano" de pro puede llegar a pillar, y que hacen el cuento especialmente delicioso para ellos. Aun así, una historia divertida y escrita tan bien como el señor Gaiman suele hacerlo cuando quiere. "Clichés" emocionantes y entretenidos que nunca dejamos de disfrutar.

Se puede acceder a esta historia en la recopilación "Sombras sobre Baker Street", recopilatorio de algunas mezcolanzas por encargo entre la racionalidad de Holmes y el enigmático mundo del creador de Chtulhu (divertida combinación que tampoco es nueva. En España algunos autores llevan varios años haciéndolo, como Rodolfo Martinez o el mencionado Aroca). Pero también se puede encontrar en el libro "Objetos Frágiles", que reune los relatos más recientes de Gaiman y que sin duda atraerá mucho más a todos los que gustan de penetrar en su característico universo (humor, nostalgia por la niñez, folklore y fantasía. ¿Estaremos ante un Ray Bradbury
moderno? No creo que sea casualidad que el libro esté dedicado a él).


No todos los cuentos son excelentes, pero hay bastantes joyas a descubrir para el gran público en general y para los fans del autor de "Sandman" en particular.