Al hilo de la
emocionante conclusión de “CharlieMarlow y la Rata Gigante de Sumatra”, Alberto
López Aroca cambia el salacot por la escafandra espacial para sumergirnos
en la segunda y no menos emocionante pieza de esta aventura marítimo-espacial.
Por supuesto que el “pulp” más
esquizofrénico, la mitología creativa más canónica y el “holmesianismo” más recalcitrante vuelven a hacer glorioso acto de
presencia. Pero la nostalgia y cierto punto melancólico le otorgan más riqueza
a una ¿conclusión? que no es la que ningún lector podría esperar de primeras.
Hay batallas llenas de “gore”,
monstruos más grandes que la vida, gusanos “desconocidos
para la ciencia” y un repaso a todas las planicies, exploradores y
criaturas que alguna vez hayan desfilado por el Venus de la cultura popular. Pero
en última instancia lo que importa es la historia de Charlie Marlow y su hechizo por una misteriosa mujer de destino incierto…
Pero me estoy adelantando.
Si hay un personaje que
reina por todo lo alto en estos “Naufragos
de Venus” es el inefable Doctor
Sivane, villano mítico de los viejos tebeos de Shazam. Pérfido, carismático y siempre con una palabra en la boca
para hacerte sentir una babosa infecta al lado de su egregia persona. Su
maligna invención, el “distanciador”, es el causante de que los tripulantes del
Mary Celeste terminen con sus huesos
en el planeta Venus. Ciencia loca y “space
opera” nunca han sido extraños compañeros de cama, como sabréis todos los
habituales de la serie “B”, de la ciencia-ficción más clásica y de este blog
tan lleno de circuitos y tornillos electrificados. El caso es que el secreto de
los pobres tripulantes del Mary Celeste se encuentra en los sótanos más ignotos
de… ¡El Club Diógenes! El mismísimo Sherlock guiará a Charlie Marlow a esta decadente tapadera del
servicio secreto británico. Allí escuchará la historia de estos viajeros cósmicos,
no solo de labios del habitual del club, Mycroft
Holmes (un tiro a bocajarro a quien no sepa decir de quien es hermano) sino
de primera mano gracias a unos cilindros de fonógrafo que grabaron la historia
completa –amén de un artefacto que tiene vía directa con…. ¡Ah! No revelo más-,
y con lo que Marlow se asomará a una historia de amor, villanía, recorridos
epifánicos por simas llenas de peligros y la continua y molesta intervención de
monstruosidades espaciales variadas. Como podéis atisbar en este mapa del gran Sergio Bleda realizado para la ocasión:
Pero como siempre con
Mr. Aroca, esto es solo una pincelada de los abismos venusinos a los que estará
abocado el afortunado incauto que se calce el uniforme de astronauta y bucee
por estas estrellas envenenadas. Para empezar el ambiente en el barco de la primera
parte –con una calculada y certera definición de los personajes que nos hace
cogerles mucha simpatía- vuelve a destilar todo el encanto de los clásicos
marítimos. Pero lo milagroso de todo esto es que cuando vivamos la transición
del mar a las estrellas, el tono no cambie, el giro no chirríe ni todo quede
como un simple “pastiche” mal hilado –lo de “simple” y “mal hilado” lo he
añadido porque desde luego “pastiche” no es un término peyorativo-; sino que
vemos no solo coherencia narrativa en la unidad de la historia de fantasía que
estamos leyendo, sino también con la novela precedente, con el resto de “extras”
y, por arte de magia, con toda la saga. ¡Ahí es nada ese final! Uno de los más
contundentes, inesperados y gozosos de los que he tenido oportunidad de leer
este año (y esta década). ¡Ah! Y el último párrafo hará salivar a todos los
que, como yo, aguardan ya el siguiente paso de este entramado
mitológico-referencial en varias partes. Eso sí, no hace falta leerlo todo,
amigos. Cada obra es disfrutable de forma independiente.
Como principal “extra”
de los que referimos más arriba, el verdadero broche de oro para esta peripecia
alienígena es el fragmento final de una supuesta “monografía” sobre Venus escrita
por el propio Dr. Sivana (¿Se nota mucho que soy fan de la versión Aroca de
este personaje?). Por supuesto que Aroca se pone el disfraz de ficción del mal doctor y nos lleva por un recorrido a la vez erudito y sarcástico sobre
todas las entidades que aparecen en la novela además de las que, por falta de
espacio literario, no han podido asistir. Un nuevo juego metaficcional del
autor –que mezcla el saber científico de Sivane y su desprecio a la raza
humana-, de esos que yo, personalmente, disfruto como un hombre mono Caníbal
gigante de la isla de Olba refocilándose en el barro. Y todavía no he hecho
referencia a eso del “gusano desconocido
para la ciencia” sacado de los cuentos de Holmes y que es vital en el desarrollo de esta obra. Pero mejor me
callo y dejo que lo descubráis por vosotros mismos. Esta obra tiene mucho que
descubrir, gozar y -¿Por qué no decirlo?- flipar.
Al igual que con la
anterior novela “… de Sumatra” del autor, “Los Náufragos…” también cuenta con
material “bonus” que hacen de la lectura una experiencia más completa. Y de
nuevo os remito AQUÍ a una reseña de
mi amigo Llosef para que os informéis
sucintamente de ellos. Todo recomendadísimo.
¿Con más ganas de
Aroca? Entra AQUÍ y déjate llevar
por la aventura más clásica, el terror más nefando, la fantasía más aventurera
y… en fin, por todo lo que hace que la existencia valga la pena.