Finalmente y tras muchas reticencias
me dio por echarle un tiento al otro Sherlock
moderno, consecuencia directa del éxito del de la BBC, y también consecuencia directa de la poca vergüenza, desidia,
falta de ideas e ignorancia que tienen algunos entes de la industria del
entretenimiento, en este caso americanos. Que esta supuesta “edad de oro” en la
televisión yanqui que nos quieren vender a base de cuatro series gloriosas y
docenas absolutamente mediocres es un poco exagerada es algo que llevo tiempo
rumiando. Han habido series estupendas en los últimos años –aunque la verdad es
que a la altura de “The Wire”
ninguna-, pero también una procelosa cloaca de fracasos clamorosos (como las
últimas series de Spielberg o Abrams) o éxitos totalmente
sobrevalorados (admito ser uno de los que no han caído bajo el hechizo de los “Juegos Tronados” o los “Vivos Murientes”). Con “Elementary” inauguramos una nueva
categoría: La “serial explotation”.
Es decir, si modernizar a Holmes ha
tenido éxito en la teuve inglesa,
¿Por qué no explotar la idea nosotros también? Eso sí… a la americana, claro.
Y literalmente eso es lo que
encontramos aquí, un Sherlock a la
americana –nada que ver con Harry
Dickson o Solar Pons, por
desgracia-, lo que implica el punto de vista de los americanos con respecto a Holmes y que viene a ser el de “un
excéntrico yonki”. Así pues, vemos a un tipo que se hace llamar “Sherlock Holmes”, pero que ni actúa
como él, ni se viste como él, ni se mueve como él ni recuerda a él más que en
el nombre. Johnny Lee Miller no es
mal actor, pero su interpretación se reduce a gesticular, tirarse al suelo,
poner ojitos y hacer el mono, para demostrar que, en efecto, la visión
estadounidense de la excentricidad “brittish”
se reduce básicamente a ser un payaso. Quizás como contrapunto, se ha elegido
como Watson a Lucy Liu, una mujer que, además de una intérprete pésima, es de una
sosería y “cara-poker” de libro. Y
ese libro no es de Conan Doyle
precisamente. Lo de poner una Watson femenina no merece ni comentario, pues en este capítulo ni
aporta nada como cambio ni tampoco es una mejora –la química entre los dos
actores es nula-, así que supongo que esto quedará más desarrollado en
posteriores episodios, que no me voy a molestar en ver.
Porque… ¡Que aburrimiento de piloto!
Que historia más trillada y que cantidad de chorradas realizan todos los
personajes en una historia de misterio que no se sostiene por ridícula. Dos
momentos de presentación de Holmes
absolutamente patéticos merecen destacarse: Uno, su primera aparición, con el
torso tatuado al descubierto y recitándole a Watson
un parlamento amoroso que ha memorizado de una peli cutre que ponen en uno de
los múltiples televisores que tiene en su cochambroso piso. No hay explicación
a porqué hace esto ni que tiene que ver con nada. Inmediatamente descubrimos
que este tipo que responde al nombre de Holmes
fue enviado a America por su padre para desintoxicarse de su dependencia de la
drogaína. Luego descubre que Watson
fue una ex-cirujana, ahora “cuidadora social” y traumatizada por un paciente
que estiró la pata en una de sus operaciones. El detective consultor muestra
pocos rasgos de arrogancia y se disculpa repetidas veces por su extraño
comportamiento y sus insensibles deducciones (¿¿¿????). En ese sentido el momento de traca es el segundo de los
que os quería destacar: el tío ese de nombre Sherlock descubre un cadáver tras una pared en lo que, en un
principio, se suponía que era el escenario de un secuestro. ¿Y que puede decir Holmes al verlo para salirse
completamente del personaje? Pues lo que dice: “A veces odio tener razón” (Doble
¿¿¿¿????). En fin…
El resto es una sosísima trama de “whodunit” que se averigua a la legua (lo de que solo haya un sospechoso
también ayuda, la verdad), pero lo peor de todo es que es inconsistente con el
plan que el supuesto “maestro criminal” pone en marcha. Plan que, por cierto,
es una soberana memez. SPOILER ALERT (Y
bazofia alert, también): Un nota decide que quiere matar a su esposa
para cobrar unas movidas de seguros y enriquecerse. Hasta ahí bien. ¿Cuál es el
plan maestro que se le ocurre para cargársela? ¿Cómo conseguir el crimen
perfecto sin ensuciarse las manos? Pues resulta que el chaval es psicólogo y
esta tratando a un asesino en serie que solo mataba pelirrojas jamonas y que
está en proceso de rehabilitación en su consulta. Así que, tras no ayudarle
mucho psicológicamente para que deje atrás su obsesión por asesinar “redhairs”… le dice a su mujer que se
tiña de pelirroja, se haga la cirugía estética –“vas a estar más guapa, cariño”- y la señora no solo acepta, sino
que su marido la pone en el punto de mira del asesino en serie sin mayores
problemas.
Se la carga pues, se reabre pues el
caso del mata-pelirrojas y el eminente doctor se ha salido de rositas porque
toda la culpa va al veterano asesino en serie. El cual, aparece muerto en su
casa en lo que parece un suicidio por la culpa. Pero gracias a las dotes
deductivas de Holmes se descubre el
pastel y que el malvado psicólogo mató al asesino en serie para que pareciera
un suicido. Un momento, ¡Dadle al pause!
¿Me están diciendo que este tipo se tira años con la molestia de conseguir que
su mujer se cambie de aspecto, azuza al asesino en serie para que se la cargue
y así él no macharse las manos… Y al
final se lo carga él personalmente? Y ya que su genial plan implicaba tener
que arriesgarse a que descubran que ha matado al serial killer… ¿No le salía más a cuenta cargarse discretamente a
su esposa y punto? Tanto trabajo para que al final te capturen por descuidado a
última hora. ¡Y vaya forma de ser pillado, por cierto! Resulta que la clave de
todo el caso es un paquete de arroz que no debería estar en la escena del
crimen. ¿Y quién da la clave de ese giro inesperado? ¡¡Por supuesto que Watson!! Si hay arroces de por medio,
la única oriental del elenco tenía que destapar el pastel.
Resumiendo, el “Sherlock” de la BBC
respetaba obviamente el entorno y personajes de los libros originales pero por
mucha modernización que le rodeara, Holmes
era perfectamente reconocible por cualquiera que conozca mínimamente al
personaje. Mientras que en “Elementary”, Sherlock está en America pero no
parece un pez fuera del agua, porque sencillamente el que sale no es el
detective. Es facilísimo plagiar algunos “tics” del personaje, insertarlos en
una historia que hubiera funcionado con cualquier otro ente de ficción que no
fuera él y llamarlo Sherlock Holmes.
Bueno, facilísimo y rentabilísimo, claro. A ver quien se hubiera tragado este
aburrido y desangelado piloto de serie policiaca genérica y mil veces vista si
no fuera porque su protagonista se llama como se llama.
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Serie a la hoguera, hala. |