Absurda por varias
razones. La primera porque no soy periodista –por lo que la impresión será
subjetiva y se(s)gada con una guadaña, la segunda que esta es solo la segunda o
tercera vez que asisto a tan magno evento –y mis percepciones no tienen mucho
con qué comparar-, y por último, pero no menos importante, mi absurdez vital me
lleva a verlo todo de forma… pues así, absurda. Nadie me va a arrebatar, eso sí, la legitimidad de poder decir que estuve allí, que sobreviví a la experiencia y que os traigo el informe de combate para vuestro disfrute erótico-festivo. Como sabéis los tres que seguís esta errática bitácora, por estos lares la confusión y la psicodélia reinan a sus anchas. Así que si lo que buscáis es una crónica
erudita, seria y fidedigna de lo que pasó en Madrid el fin de semana pasado (y
de qué diablos va todo eso), seguid buscando.
Llego el viernes a la feria con mi hermano. Eran las 6:30 y
el tiempo tiró pronto del sol al crepúsculo –horrible palabra- y de ahí al
oscurecimiento. Oscura, como siempre, es la ubicación de cada cosa, porque
aquello es tan jodidamente inmenso, que yo (acostumbrado a la feria del libro
de Málaga con sus diez casetas y media) tiendo a perderme en lo inabarcable del
asunto por mucho letrero o megafonía que inunde mis sentidos. He leído críticas
a la organización de las firmas y eventos, y es verdad que la cosa es un poco
caótica. Escritores de prestigio –como Eduardo
Mendoza o Almudena Grandes- se
veían hacinados en inquietantes zulos bajo su foto y enterrados bajo las hordas
de miríadas de fanes en busca de
firma, tertulia o consuelo espiritual. Como siempre, el contraste entre una
primera línea de escritores con un letrero plastificado y
colorido
con su nombre (¡¡y a veces hasta su foto!!), se solapa bochornosamente con
otros escritores –o ilustradores, que también había- coronados con un escueto
folio escrito ¡¡A mano!! sobre su cabeza. Tanto autores como editores están
al acecho cada vez que se te ocurre comentar algo sobre algún libro ubicado
a escasos centímetros del público “Sí, tienes razón… yo soy
el autor por cierto”, “¿Ah, sí? Pues
si te interesa ese libro, este otro que tengo aquí…”, “Hola. Parece que te gusta la ciencia-ficción. Pues mira, este libro
está muy…”, “¿Hace una firmita,
ojazos?” y demás anzuelos lanzados a la desesperada en pos del interés del
aburrido paseante.
"¡¡Ah, Baterbly!! ¡¡Ah, Humanidad!!" |
El
trayecto se veía amenizado –y amenazado- por personajes populares del Retiro
madrileño (cartúlis, estatuas humanas y pedigüeños varios), que se mezclaban
con mascotas de libros infantiles (setas gigantes, una elfa con alitas, una
especie de aborto mutante de físico similar al de Humpty Dumpty…) y la verdad es que a veces era difícil distinguir a
unos de otros. Aun más esquivando a los corredor@s enfundad@s en sus mallas de “jogging”
cimbreando por entre los asistentes, y algunos incluso interesándose por alguna de las novedades
expuestas y cubriendo las cubiertas –valga la redundancia- de gotas de sudor.
Volviendo a las firmas, hubo algunos momentos realmente inquietantes. Uno de
ellos fue ver a Boris Izaguirre
compartiendo caseta con Fernando
Schwartz.
"Ay, señor, señor..." |
A pesar de que ambos son escritores famosos gracias a sus
apariciones televisivas, Izaguirre
acumulaba entusiastas colas mientras que Schwartz
permanecía contemplando el infinito con su afilada mirada y una caída de boca floja
bastante espeluznante. Y lo peor de todo es que, más que firmar libros, la
ocupación de Boris consistía más
bien en posar de forma lánguida junto al panoli de turno en esas sesiones de “Ay, que me hago la foto con el famosete y
la enseño luego”, que también sufrió Elsa
Punset, otra “TV celebrity”. Pero
si hay que buscar el momento más espectacular de la jornada en cuestiones de
firmas, me tengo que quedar con una foto que hice emocionado y que, creo, vale
más que mil palabras:
¡¡Gerónimo Stilton firma ejemplares de su obra!! |
Ya habéis
tomado aire después de esto, ¿No? Os entiendo, no todos los días se ve a un
personaje propio de la isla del Dr.
Moreau dedicando libros cual Arturo
Pérez Reverte. Pero bueno, estas terroríficas interrupciones me estaban
distrayendo de mis objetivos.
Lo primero y antes de nada había que buscar a Alberto López Aroca, que era uno de los
principales motivos para asistir y el único que involucraba a un escritor al
que quería conocer –luego, inesperadamente, hubo suerte y conocí algún otro-.
En la caseta de Dibbuks/Ilarión, que es la
editorial que ha reeditado su mítica novella –No, no se me ha ido la mano y he
puesto una “l” de más. Es que es una novela corta- “Estudio en Esmeralda”. Esa cuasi-mítica reinvención de la primera
novela de Holmes trasladando el
argumento a un entorno futurista y de ciencia-ficción. Aroca, gracias a Chtulhu,
es lo opuesto a la típica celebridad de culto autosuficiente y sobrada de sí
misma, resultando ser un ente enrollado y con el que cualquier persona decente
–y de cualquier tipo- querría pasar un rato charlando. Hablamos de Neil Gaiman, de sus comienzos en la
autoedición, de Sergio Bleda, de los
bolsilibros de Silver Kane, de sus
propios títulos descatalogados (alguno le llevé para que me firmara) y me llenó
de gozo al darme la bienvenida oficialmente a su Academia de Mitología Creativa “Jules Verne” de Albacete. Deseando
estoy de ir allí a cumplimentar los votos o hacer los sacrificios humanos que
hagan falta para ratificar el asunto. Otra cosa: sus dedicatorias son geniales. ¡Chapeau, maestro!
Aroca firmando libros. Foto miserablemente robada de Facebook. |
Por supuesto la
de Planeta de Agostini, que ocupaba
cuatro o cinco casetas, fue ignorada por mi mismidad, así como la de Vips. Esta última añadía, para más oprobio,
vendedores con el uniforme –gorra incluida- de esta franquicia de restaurantes
que, dependiendo del establecimiento, pueden vender también algunos libros
chorras. Un espectáculo dantesco que confirma la categoría de fast-food de cierta literatura.
Siguiendo con las editoriales, en Jaguar piqué con el nuevo libro-ensayo del gran Carlos Díaz Maroto, en este caso un
estudio sobre todas las apariciones en cine y televisión de Superman y Batman. ¡Ah! Y espectacular la caseta de los postmodernos y
actualísimos Alpha Decay. Fue un shock comprobar que los tópicos a veces
son reales, al ver que el chico y la chica que atendían el chiringuito –ambos,
por supuesto, editores de …Decay- lucían
unas inevitables… ¡¡Gafas de pasta!! En cualquier caso me agencié con su
versión de “La Llamada de Cthluhu” en
traducción de Javier Calvo, y les di
la enhorabuena y las gracias por publicar “House
Of Leaves” el año que viene. La chica de las gafas de pasta –muy agradable
y simpática, por cierto- me dijo que ella se encargaría de la maquetación de dicha
obra. ¡Glubs! Le dije que valor y al toro.
Un ejemplo de lo bien que se lo van a pasar los chavales de Alpha Decay maquetando "House Of Leaves" |
En general la jornada mañanera del domingo fue, además de
más calurosa -¡Gracias, caña de cerveza!-, mucho más concurrida. Ingentes
cantidades de piquetes en busca de la firma de los sudorosos escritores se
desparramaban entre los escasos huecos entre caseta y caseta, pudiendo provocar
más de un caso de insolación o combustión espontánea; además del peligro de las
casetas de corte juvenil-infantil-comiquero. Algunas de las cuales –como la de
la tienda “El Coleccionista”, de
Lavapies- me hubiera encantado examinarla con más detalle, pero me estaba
entrando sarpullido con tanto niño vociferante y padres en busca de algo con
colorines para que el crío en cuestión se callara; algunos de esos esforzados progenitores
incluso se clavaban delante de los expositores portando un cochecito infantil
que bloqueaba tu paso, y dentro del cual gritaba otra banshee clamando venganza. Tras volver a saludar al señor Aroca, mis oídos –ya para entonces
bastante castigados con tanto escándalo y megafonía de los veinte duros-
creyeron oír el nombre de Juan Jacinto
Muñoz. ¡Vaya! ¿Rengel? Uno de
mis autores favoritos firmando a escasos metros y yo ni me había enterado de su
asistencia. Total, que fui corriendo a la caseta en cuestión (la 55), cuando
me
di cuenta de que me encontraba concretamente en la 268 o así, por lo que lo de
“escasos metros” había sido algo precipitado. En fin, tras otra caminata de
casi veinte minutos bajo el sol de justicia y a través de la ingente fauna del
Retiro, me presenté y charlé un rato con el susodicho JJM. Conocía mi blog porque había enlazado en facebook la reseña que escribí sobre su “Asesino Hipocondríaco”, así que hablamos de steampunk, engranajes, golems y todos esos gustos que tenemos en
común. Una experiencia muy buena y otro escritor muy majo. Aunque tuviera que
comprarme otra vez su libro para que me lo dedicara, lo hice con sumo gusto.
¿A quién más avisté por ahí? A Andres Neumann, que debió hacer un hueco en su apretada agenda para
asistir a unas firmas con colas también bastante pobladas. Supongo que eso
significa que este mes solo publicará ciento cincuenta libros, en lugar de los
doscientos habituales. A Guillermo Fesser
y a Manolo Gutierrez Aragón,
volviendo a sus instintos
novelísticos,
dado que el cine español cada vez está peor. En el caso de Aragón me resultó complicado reprimirme de lanzarle un grito en
plan: “¡Vaya coñazo de películas hiciste
con el mejor libro de la historia!” Pero decidí dejar que siguiera siendo Fernando Arrabal el defensor oficial a
ostias de Cervantes. También vi un
par de veces a Paul Preston, que
firmaba al lado de Rengel. Y me
subió la lubricidad cuando creí atisbar a Camilla
Lackberg en una caseta, pero al más puro estilo Adolfo Becquer resultó ser solo un poster. Y había las clásicas
casetas en las que te podías llevar reproducciones facsímiles originales del “Quijote” o del “Beato de Liébana” al módico precio de quinientos euros o por ahí.
Había casetas dedicadas a libros de música, de ajedrez y también de temática
homosexual, en cuyo stand observé un
libro-ensayo sobre política con el poético título de “Por el Culo”.
La verdad es que a la una del mediodía y cargando con la
maleta –que cada vez pesaba más gracias a la cultura- yo estaba ya un poco
hasta las narices de tanto libro y decidí despedirme hasta el año que viene.
Porque a pesar de la crisis, los e-books, la mala organización, los escritores
durmiéndose mientras firman, las mascotas grotescas y las hordas de fans
inabarcables, esto sigue siendo una cita obligada. Además, siempre me quedará
el haber conseguido firmas para algunos de mis libros de cabecera, además de las compras con un descuento del 10% y sin olvidar la visión
casi divina de este jodido ratón firmando libros.
Y además fetichista, como buen literato. |
8 comentarios:
Yo aún no he ido este año, a ver si saco un ratito a la semana que viene.
Y lo de Rengel ¡QUÉ NIVEL! ¿así que conocía tu blog?
Sí, y lo encontró de motu propio, sin yo acosarle en plan "stalker". Por cierto que Rengel es malagueño igual que yo. Tiene narices que me lo haya encontrado en la feria de Madrid y de chiripa XD
¡Mi foto!
Jajajajaja, porque es de Alberto, que si no...
La fotografía con la gente me ha dado pánico. Pero ha sido estupendo haber asistido virtualmente gracias a tu crónica. ¡Ha estado fenomenal! Eso sí, por allí no me veréis jamás, jajaja.
Cómo me lo he perdido tooooooooooooodo por estar en tierras vikingas, semejante reportaje compensa otras barbaridades que una va leyendo estos días por internet (rescates y tal) con mucha risa ¡Fantástico!
Estuve el sábado del que hablas, e iba a decir (bienintencionadamente) que qué lástima no haber coincidido, pero con tal marabunta me temo que era imposible.
Gran reseña que deja clara la despersonalización a la que el noliberalismo nos aboca, como cualquier otra ideología chunga... Sea uniformando a un pelotón juvenil para vender libros como el que vende otra cosa, o sea borrando la cara y las manos de todos los autores del Stilton ese y sustituyéndolas por las de un esclavo forrado de felpa...
adidas stan smith
nike air max 97
jordan shoes
coach factory outlet
balenciaga
air max 97
fila shoes
goyard handbags
golden goose
kevin durant shoes
replica designer bags replica bags china replica designer bags
Publicar un comentario