.

viernes, 25 de diciembre de 2015

“ESPECTROS DE LA NOCHE” De Fritz Leiber


A rebufo de un reciente post de nuestro admirado Llosef en su imprescindible La Décima Víctima”, sobre aquella extraña denominación de la recordadísima colección de terror de Martínez Roca (“Terror Actual”…¿?) me ha apetecido recuperar esta antología del maestro Leiber que, por supuesto, contaba en su portada con esta coletilla: “terror moderno por uno de los grandes maestros del género”. Lo de esa especie de etiqueta no sé si tendría algún sentido, pero lo de maestro del horror (y de la “sci-fi”, y de la fantasía, y de…) eso podemos asegurarlo leyendo cualquiera de sus obras. Y este “Nights Black Agents” no es una excepción, aunque estamos hablando del primerísimo libro de Leiber (1947)  publicado además por la mítica Arkham House, que no necesita presentación. El título original de la obra es una referencia a “Macbeth”, por cierto.

Los relatos incluidos en “Espectros de la Noche” dejan a las claras que el terror de Fritz Leiber en efecto era moderno, pero en realidad más en el tono y en los conceptos que en las atmósferas. Que son una puesta al día del cuento de horror clásico está más que claro, pero no es nada que no estuviera haciendo ya Matheson en América, por citar a uno. Y sin embargo el tono de Leiber -y de toda esa maravillosa caterva de escritores ingleses de los 50,60 y 70 que llevaron el fantástico a sus más locos niveles de sordidez y excelencia (Moorcock, Lafferty, etc…)- es de una personalidad apabullante. A pesar de que algunos conceptos son clásicos (fantasmas vengativos, objetos inanimados poseídos, sueños que conectan con dimensiones paralelas), Leiber siempre encuentra la vuelta de tuerca. Sobre todo con su poderosa forma de describir los detalles y su prosa cuidadísima.

“Fantasma de Humo”, que abre la antología, es una alegoría siniestra que conecta con uno de los mayores miedos del hombre moderno. Es un relato similar a su archiconocido “La Chica de los Ojos Hambrientes” (una obra de arte que si no la habéis leído ya estáis tardando. Podéis encontrarla en el volumen “Vampiras” de Valdemar), en el sentido de que ambas historias tienen un profundo tema que no pasa de moda y en que se usa el evento vagamente sobrenatural para hablar de temores profundamente realistas. Es decir, que se inserta en la mejor tradición de la literatura de horror de todas las épocas. Sin embargo “La Colina y el Agujero” aun siendo también un cuento de fantasmas, sí juega mucho más con las convenciones más clásicas del género. En este caso los personajes están maravillosamente trazados, y el horror se hace poco a poco patente de forma tan sutil que no creo equivocarme si situó a este relato entre los más destacables (y terroríficos) del libro. Tradición y modernidad. Como decíamos, unas veces prima una por encima de la otra, pero en ambos caso la calidad es manifiesta.

En las inquietantes “El Sabueso” y “Diario en la Nieve” se deja notar una atmósfera metaficcional que eleva el alcance de dichas historias. Leiber reflexiona aquí sobre que es verdad y que es mentira, además de usar la literatura de horror como metáfora onírica. De hecho en “Diario en la Nieve” el protagonista es un escritor que se aísla en una cabaña para escribir una obra de ciencia-ficción y en la que a veces el sueño se confundirá con la realidad. La propia estructura del cuento como epistolar contribuirá a ello de forma soberbia. En “Los Sueños de Albert Moreland” también se deja notar esa desasosegante ignorancia sobre si lo que soñamos podría ser parte de una existencia paralela en la que nos enfrentamos a horrores macabros. ¿Vuelve la normalidad cuando abrimos los ojos? ¿Quizás esa vuelta a la supuesta realidad es una tregua mientras el otro mundo sigue esperando irrumpir en el que estamos ahora?

En definitiva, “Espectros de la Noche” nos retrotrae a una de las mejores épocas para el terror (moderno o de cualquier periodo), y nos permite tomarle el pulso a uno de los maestros del género en su salsa. Nunca lo suficientemente reivindicado.

martes, 8 de diciembre de 2015

LA MANDRÁGORA (Alraune) de HANS HEINZ EWERS


ARCHIVOS EXPIATORIOS: Ahora que Valdemar ha anunciado una reedición de "La Mandrágora"(Alraune, 1911) de Ewers en su colección gótica (con nueva introducción, textos de Jesus Palacios, galería de fotos y en versión ilustrada por Mahlon Blaine) recuperamos un texto sobre esta novela genial, que  ha quedado en la historia de la literatura como una nota a pie de página en el accidentado devenir del terror literario -tenemos desde luego una marasma de relatos cortos inmortales, novelas míticas, etc... en la que es muy dificil destacar de forma gloriosa-, siendo pues una obra reconocida en círculos de aficionados al género, un libro de culto del que mucha gente ha oido hablar pero que quizás no ha sido tan leido. No es "Drácula", aunque la prosa de Ewers es a veces más retorcida y morbosa que la de Stoker, ni tampoco "Frankenstein" a pesar de que el tema de la creación de un ser artificial con consecuencias nefastas es llevado a un nuevo nivel por el autor. 

Y hablando del autor... 

 
El alemán Hanns Heinz Ewers (1871-1943) fue un escritor inquieto. Poeta, fabulador, compositor de sátiras y fábulas siniestras, filósofo y libretista de ópera además de interesado en el ocultismo. De hecho se carteo con frecuencia con la bestia en persona: Aleister Crowley. Además fue uno de los primeros escritores en colaborar con el naciente arte del cine, elaborando el guión de "El Estudiante de Praga", uno de los primeros clásicos macabros del silente, adaptando a Poe. En sus ratos libres se dedicaba al espionaje, al nomadismo viajero y al amor griego. Y para acabar de arreglarlo, fue un incipiente colaborador del partido Nazi -atraido por su filosofía de nacionalismo épico/germano-, para acabar siendo echado del mismo por su falta de antisemitismo y su afición por la sodomía. ¿Resultado? A pesar de ser reivindicado por escritores de renombre como Dashiell Hammett o H.P. Lovecraft, sus libros fueron sistematicamente ignorados en la post-(segunda)guerra mundial, acabando con la pobre reputación que le quedaba y condenándole al ostracismo de los escribas oscuros, "raritos", ocultistas y... en fin, de puro culto. Y hasta nuestros días.

A pesar de que "La Mandrágora" (de título original "Alraune") formaría parte de una especie de trilogía que tiene como protagonista a Frank Braun, puede leerse de forma independiente sin problemas. El mencionado Braun es una especie de alter-ego del propio Ewers, a saber, viajero impenitente, filósofo y un bribón de mucho cuidado. En esta ocasión, se dedica a inspirar la creación de un nuevo ser por vía de la inseminación artificial. La época daba para mezclar este concepto con el clásico género de los "mad doctors", pero de una forma totalmente amoral, negra y morbosa 100%. La propia casa del cientifico en cuestión -El Dr. Ten Brinken familiar del cabra loca de Braun- es un hervidero de parientes desnaturalizados a cada cual más bizarro y malévolo, lleno de trapicheos legales y lujuria soterrada. Un caldo de cultivo perfecto para que el concepto de esa hija antinatural -fruto de mezclar el esperma de un ahorcado en el vientre de una prostituta-, sea concebido. El plan es crear una hija del horror perfecta. Un ser nacido del mal, educado en el mal y propagador del mismo, que en una serie de irónicas estampas costumbristas, irá de un lado a otro de la escala social alemana de antes de la guerra provocando suicidios, arruinando fortunas, deshonrando a hombres eminentes y todo ello sin que su reputación se vea jamás dañada. De hecho, todos los que caen bajo el nefasto hechizo de sus ojos acaban entrando en los fuegos del infierno con el mayor amor por ella. Como satisfechos después de haber saciado una peligrosa pero encantadora adicción.



Lo genial del relato es, aparte de su endiablado ritmo que no da tregua, es la aparente ausencia de atmósfera terrorífica. Más que una obra de horror estamos ante un cuento gótico modernizado que usa las fuentes clásicas de horrores medievales y naturalezas desatadas para tejer una divertida parodia de algunos aspectos de la sociedad alemana de la época, envuelta en un lenguaje de decadentismo "pulp" de alto voltaje. La propia Alraune (pérfida porque la han hecho así) entrará en la tradición "vamp" de embaucadoras y malignas serpientes femeninas, prototipo del miedo a la "vagina dentata" que tantos ríos de tinta temerosa hicieron correr a algunos estudiosos. Pero si hay algo que diferencia a "La Mandrágora" de otros exponentes de la narrativa "grotesca" de primeros de siglo -estilo Keeler, por poner un ejemplo algo lejano en kilómetros e intenciones- es ese lenguaje poético que se desprende de muchos de los párrafos. Ewers consigue atemorizar y asquearnos, pero sin abandonar cierto lirismo que se cuela en descripciones de formol, tugurios con olor a alcohol y bosques oscuros de hierba húmeda de lluvia. Cada página de la obra contiene al menos un eslabón torcido, una frase o párrafo que invitan al desasosiego, a la vez que no podemos dejar de sentirnos hechizados por una narrativa casi perfecta en su estudiada y preciosa banalidad. Aventuras siniestras, cómicas, de un erotismo casi necrófilo y una sordidez que más de uno no debió entender muy bien en la época de publicación de la novela.

Como colofón, os dejo dos muestras de erudición de los excelentes blogs Desván Del Abuelito y Signor Formica, que no necesitan presentación y que servirán para ampliar la información sobre esta obra maldita y magnífica. Para una biografía excelente del señor Ewers nada mejor que este enlace:

H.H. EWERS, EL CABALLERO OSCURO

En el que os enteraréis de los trapos sucios y literarios de este personaje a reivindicar. Y si queréis reseña de una peli basada en su obra magna, aquí la encontraréis:

UNNATURAL

Porque, en efecto, a pesar de su carácter de obrita de culto, "La Mandrágora" ha sido adaptada cine no una, ni dos, ¡¡sino cinco veces!! (la mayoría en el periodo silente) y la arriba reseñada, con la participación protagónica del mismisimo Eric Von Stroheim. Ahí encontraréis más información al respecto y yo no puedo más que dejaros con algunos de los hermosísimos carteles de un par de estas adaptaciones: