Ando leyendo la biografía del inmenso –en todos los
sentidos- Gilbert K. Chesterton, que
escribió Joseph Pearce bajo el
título de “Sabiduría e Inocencia”.
Este recuento, bastante grueso y documentado, de la historia, obra, idas y
venidas del señor G.K.C., a veces
carga excesivamente las tintas en el lado católico del gran escritor y aunque,
en un principio, esa conversión y defensa del catolicismo militante fueron esenciales
en su carrera, lo cierto es que cuando miras la solapa del libro, traducido al
castellano por la editorial Encuentro (¡glubs!)
y comprobamos que también tienen traducidas biografías de C.S. Lewis –otro escritor de tendencias religioso/festivas-, Tomas Moro y del mismísimo Joseph Ratzinger, la levantada de ceja
es involuntaria e inevitable.
Pero aun así la exposición de Pearce del nacimiento, eclosión y años de gloria del señor Chesterton son ejemplares y, lo más
interesante para los Chestertófagos,
como el que suscribe, es la inclusión de gran cantidad de material inédito en
forma de cartas perdidas, artículos nunca usados y poemas casi desconocidos.
Sí, sé que suena raro teniendo en cuenta que la bibliografía de traducciones al
castellano de la obra (periodística, ensayística, de ficción, poética,
biográfica, etc…) de Chesterton debe
ya haber alcanzado las 300 o estar a punto de hacerlo –gracias a editoriales
como Acantilado, Valdemar o Espuela de Plata-. Es especialmente gracioso cuando se comenta que,
ya en su época, los propios fans y colegas de pluma de Chesterton le recomendaban que se tomara un descanso de tanta
novela, artículo y polémicas epistolares, no fuera a ser que se acabara
quemando a si mismo. Pero aparte de todas estas obras en dominio público, en efecto
¡Aun hay más! Y el libro de Pearce,
incluye curiosidades tan interesantes como las dos que traigo hoy para vuestro
gozo y esparcimiento.
Comenzamos con un poema ¡¡Anticlerical!! del muy creyente Chesterton. La explicación hay que
buscarla en sus años mozos, cuando a pesar de su fe en un Dios que estaba
comenzando a analizar, se vio atraido por el socialismo y las injusticias
inflingidas al populacho vía las altas esferas -Cuanto han cambiado las cosas
desde entonces, ¿Eh?-. Posteriormente dejaría de meterse con el Altísimo (al que
dedica una pequeña pulla) y con sus secuaces en la tierra (no olvidemos que su
personaje más famoso era uno de ellos), pero siempre conservó su desdicha ante
los estragos sufridos por la clase trabajadora. El caso es que en este
fragmento mezcla esa preocupación con una insólita guerra eclesiástica, impensable en sus
posteriores y píos años:
Dios ha
sumido todo en el caos,
ha derrocado
a curas y príncipes,
pero conserva
el puesto del obrero,
la vieja
propiedad del mundo.
Mientras
el viejo cura se desvanece como un fantasma,
mientras
los reyes dormitan en sus tronos,
la antigua
y vieja mano de la clase obrera
cobra
fuerza, y retiene lo que es suyo.
“El viejo cura se desvanece como un fantasma” ¡Si el Padre Brown levantara la cabeza! Y
hablando de fantasmas, el siguiente poema trata sobre el espiritismo en casa de
los Chesterton, y es una desconocida
y genial rareza que además tiene una interesante historia detrás. En 1905 se
suicidó el hermano de la señora y esposa Chesterton,
de nombre Frances. El joven sufría
una depresión y ni siquiera una aparente mejoría, que muchos de sus allegados
achacaron a su reciente conversión al catolicismo, le disuadieron de arrojarse
a una muerte líquida. Apareciendo su cadáver en una playa de Sussex, a donde
tuvo que ir Frances Chesterton para
identificarlo. La inconsolable pareja del escritor decidió probar suerte con el
espiritismo para calmar su desconsolado ánimo, ante las refrenadas ganas de
intervenir y disuadirla por parte de su preocupado marido. Chesterton había tenído alguna mala experiencia con la quija y un desencuentro dialéctico en
prensa con el mismísimo Aleister Crowley,
así que huía del ocultismo como de la peste.
G.K. Chesterton y Frances Chesterton |
Lo interesante de esta tragedia doméstica, es que Chesterton escribió un estupendo poema
en el que observa y describe de forma parcial una de estas sesiones de
espiritismo en las que se vio envuelta su esposa, a la que incluso menciona en
el texto. Aparte de sus temores ante la verdadera naturaleza de este
espiritualismo tan de moda a primeros del siglo XIX, la pieza es especialmente
emotiva por mostrar el resentimiento de su autor ante una situación que le
superaba, de una forma tan agria y sincera. El poema nunca se publicó en vida,
según Pearce debido a la naturaleza
tan claramente autobiográfica del asunto:
El Cristal
Lo vi;
ella estaba tumbada como en sueños;
alrededor de
sus cabellos sagrados y por encima
de mi
inviolable Frances, vociferaban las mujerzuelas
habladurías
de los hombres muertos.
Muy cerca
de su rostro, una ventana se abría al cielo;
junto al
romper de las ondas de su pelo castaño
he visto
la estúpida cara de los fantasmas,
que son
los hongos de las tumbas, no las flores.
Tú,
vestida de sol y de sombras por los pinares,
Tú, con un
cetro en la mano de cardos en flor,
¡Vive
Dios! ¿Qué tienes tú que ver con ellos,
con el
cristal de mentiras y esa habitación a oscuras?
Deja que
las reinas misteriosas crean que el sol es insufrible,
que se entristezcan
ellas y se agazapen bajo los árboles de los druidas,
en los
jardines fértiles y estáticos con que sueñan los cobardes,
¡Vive
Dios! ¿Qué tienes tú que ver con ellas?
En los
campos relucientes que se extienden en el mundo del cristal
hay paz y
el placer extraño de una maravillosa tierra sin pisar.
Pero no
hay palabras francas, ni amor a las cosas claras,
Ni verdad,
ni risas fuertes, ni tampoco hay temor de Dios.
Ya no
miraré más; yo soy hijo de la tierra.
Y puedo
ver el sol, los bosques, el mar y la hierba.
Sólo ví un
espíritu: el de ella, que está aquí con la mirada fija
en busca
de espíritus a la luz de una lámpara de gas.
Por supuesto los poemas están directamente extraidos de la
edición de Encuentro y la traducción
corre a cargo de Carmen González del
Yerro Valdés. Si sois fans y conocedores de Chesterton la biografía de Pearce
es muy recomendable para un seguimiento casi día a día de la historia de este
gigante de las letras, aunque hay otras opciones en el mercado castizo. Y si aun
no sois fans de Chesterton… es una
rara y dolorosa enfermedad, pero tiene cura.
7 comentarios:
Lo de "Chestertófagos" es genial!
Por cierto que es curioso como la conversión al catolicismo se ha convertido en uno de los rasgos característicos definitorios de una serie de autores anglosajones, no?
Reconozco mi ignorancia literaria de Chesterton, a pesar de saber de él y de su obra, asi que me ha encantado la entrada!
El tema de la conversión al catolicismo me echa algo para atrás, me pasa lo mismo con c.s. lewis, no sé, pero me da la impresión de que los que descubren la fe tras el ateísmo se vuelven tan intolerantes como los ex-fumadores.
¡Fantásticos!
Lo de las editoriales católicas españolas (Edaf es otra que tal baila) adueñándose de determinados autores ingleses es un mal menor si al menos hacen una cosa buena: editarlos.
¿Has leído la "Autobiografía" de Chesterton publicada por Acantilado? ¡Una gozada!
Y como dice Nit, genial el término "Chestertófagos". Yo soy otro de ellos, jajaja.
Pues yo si que soy absolutamente adicto a Chesterton a altas dosis y en vena. No me había acercado a esta biografía básicamente porque a quien no me considero muy adicto es a Pearce, que conozco solo por sus hechos y reconociendo que hablo de manera absolutamente cargada de prejuicios, eso de su pertenencia al partido "National Front", los ultra blancos, ultra-nacionalistas me generan desconfianza, aunque luego pretenda que su conversión Católica (que achaca a la lectura de C.S. Lewis y sobre todo Chesterton) todo lo cura. Vamos, tenía miedo a encontrarme una visión sesgada completamente de la vida y obra del genial escritor, similar a otra que leí (de otro biógrafo) acerca de Lewis. Pero si me dices que merece la pena y es jugosa, le daré una oportunidad, que GKC se lo merece. Mientras siempre nos quedará su maravillosa autobiografía (que tampoco es que no esté sesgada..).
Salduso
¿Un desencuentro en prensa con Aleister Crowley? Lo desconocía por completo, eso sí que me gustaría conocerlo en detalle...
Y por cierto, editoriales como esta o Edaf contienen en su catálogo interesantísimos títulos (especialemente estudios históricos sobre herejías, etc) que no cabe desdeñar por salir directamente de las fauces del enemigo... por más que uno no acabe de entender el macanismo mental que guía a los conversos (aunque a don Gilberto se le perdone, y hasta se le vea como exótico adorno, qué quieren...)
El amigo Crowley tuvo muchos desencuentros con muchos personajes, pero desconocía este.
Y no, no debemos cerrar los ojos ante propuestas interesantes aunque vengan de editoriales un tanto peculiares.
Un abrazo
Crowley
Me encanta que el término "Chestertófago" -parido en un insólito arrebato creativo por mi parte- haya calado de tal forma en público tan inteligente :) Y ahora, concretando:
-Estimados Abuelito y Crowley, parece ser que la polémica con el bueno de Aliester no pasó más allá de un desafía por correspondencia que Chesterton no acabó cumpliendo. Pero como actualmente me encuentro inmerso en un "Chesterton State Of Mind" seguro que pronto subo una segunda parte de esta entrada en la que comentaré esa anécdota y aquella otra en la que el gran G.K. se vio envuelto con Bernard Shaw y J.M. Barrie en el rodaje de una película muda... ¡¡De vaqueros!!
-Llosef y Óscar, tengo aun pendiente la autobiografía del señor C., aunque en la de Pearce encuentro abundantes extractos. ¡Ah! Que grande Acantilado, que nos acerca todas estas golosinas. Lo cierto es que muchas veces una autobiografía me resulta menos interesante a pesar de venir de la pluma del propio personaje en cuestión, debido a que habla de todo lo que le da la gana menos de su proceso creativo. Me pasó con la de Conan Doyle.
Saludos a todos y gracias por vuestra huella.
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