Vamos a dejar una cosa clara para empezar: Estoy hasta las narices de los Zombies. No solo me parecen una de las modas más absurdas y aburridas de los últimos tiempos -dado que conceptualmente las historias de zombies son intercambiables unas con otras sin apenas matices diferenciadores entre ellas- sino que además opino que son una corriente tan dañina como la de los vampiros románticos. "Guerra Mundial Z" era un buen libro, no lo niego. Pero para que te leas dos o tres libros de zombies de verdadero mérito, tienes que saltarte unos 100 que son pura escoria rellena-estanterías. Y aquí en España tenemos hasta todo un sub-sello editorial (de Dolmen concretamente) dedicado a echar leña a un fuego que debería haberse apagado hace años.
Pero eso sí, si resulta que se puede extraer algo bueno de esta dichosa moda -cuyos defensores a capa y espada a veces me resultan parecidos a los personajes titulares del género que reivindican- aquí estaremos dispuestos a callarnos la boca y celebrarlo. Por supuesto un Sherlock Holmes enfrentándose a una amenaza Zombie es algo tan asqueroso y lamentable como el "Orgullo y Prejuicio Con Zombies" que inició esta estupida moda de manchar clásicos literarios (preferiblemente del XIX) con la molesta aparición de estos pesados muertos vivientes; y que ha llenado las librerias de chorradas derivativas como "La Guerra de los Mundos Zombie", "Androide Karenina" o "Sentido y Sensibilidad con Monstruos Marinos". Además ya habíamos visto algun tebeo mediocre que mezclaba al detective de Baker Street con algun monstruo de escaso gusto.
Pero ¿Y si el autor en cuestión prefiriera pasar de puntillas por el ambiente zombificado y dejarse llevar por una trama ágil y "pulpera" que mezclara a Holmes con (¡Oh my God!) algunos entrañables personajes del tebeo británico más vintage? Eso es lo que ha hecho el señor Alberto López Aroca. ¡Y ninguno lo vimos venir!
En lugar de coger alguna obra original de Doyle y añadirle algun cadáver andante, Aroca, como escritor serio y de fuste forjado a base de años de publicación contracorriente, se construye toda una trama desde cero que coloca a Holmes en la encrucijada de un pronto retiro, enfrentándose a un caso final que incluye zombies, sí, pero también científicos locos y experimentos con gorilas. Inevitable leer estas páginas y no sentirse transportado a una serie B de los años 30 o 40 -o a las páginas amarillentas de una novelucha de bolsillo, ya que estamos- y vibrar de placer con la sucesión de tiroteos, apariciones de personajes míticos, espectaculares "deus ex machina" perfectamente lógicos, autopsias asquerosas de casquería over the top y el concurso de versiones remozadas de los clásicos personajes del sello IPC antes mencionados, con "La Araña", Seth Pride, como cabeza más visible de todos ellos. ¡Y con su helicoche incluido!
Mezclando todo esto con uno de los más oscuros cuentos de Conan Doyle, "El Hombre que se Arrastraba", como punto de partida y poniendo de narrador a un personaje muy secundario de dicha historia, Aroca alimenta nuestras inagotables ánsias de folletin con una historia llena de acción y aventura -e investigación detectivesca, pese a todo- que se lee en un suspiro. Y que mantiene, aun así, un cierto poso crepuscular que atañe a un sabueso al borde del retiro, el cual siente que su inspiradora luz se va a apagando para dar paso a un nuevo siglo lleno de extrañas e inquietantes amenazas. Autómatas, retorcidas referencias genealógicas a Jekyll y a toneladas de personajes de tebeo inglés -tengo que confesar que el apéndice incluido, evocador de Juan Perucho al cual Aroca tanto admira -¡y con razón!-, me vino de perlas para rebuscar alguna referencia a estos oscuros cameos que salpican la trama-, y un sentido del ritmo y el entertainment que ya quisieran algunos de los cansinos popes del rollo apocalíptico actual.
Y esa es, creo yo, la esencia de estos "...Zombies de Camford", el hecho de que al autor se la sopla el género zombie y sus caducos manierismos. Aqui la cuestión es contar una historia y hacerlo con gracia.Y nada mejor que bajarse del tren en marcha actual de la desidia zombificada, para correr en pos de esa extravagancia y maravilla de la literatura popular que algunos tanto echamos de menos en esta grave época de cataclismos nucleares e infectados desprovistos de humor. Solo por el absolutamente desquiciado climax en esa universidad decadente que nos retrata Aroca de forma tan lúdica, vale la pena leer esta novela "zombie" a contracorriente. Y ahora a esperar el "Necronomicón Z" también de Aroca y de inminente publicación. Aunque muchos seguimos deseando echarle el guante -o la zarpa de acero- a sus inéditas historias holmesianas.
Pero eso sí, si resulta que se puede extraer algo bueno de esta dichosa moda -cuyos defensores a capa y espada a veces me resultan parecidos a los personajes titulares del género que reivindican- aquí estaremos dispuestos a callarnos la boca y celebrarlo. Por supuesto un Sherlock Holmes enfrentándose a una amenaza Zombie es algo tan asqueroso y lamentable como el "Orgullo y Prejuicio Con Zombies" que inició esta estupida moda de manchar clásicos literarios (preferiblemente del XIX) con la molesta aparición de estos pesados muertos vivientes; y que ha llenado las librerias de chorradas derivativas como "La Guerra de los Mundos Zombie", "Androide Karenina" o "Sentido y Sensibilidad con Monstruos Marinos". Además ya habíamos visto algun tebeo mediocre que mezclaba al detective de Baker Street con algun monstruo de escaso gusto.
Pero ¿Y si el autor en cuestión prefiriera pasar de puntillas por el ambiente zombificado y dejarse llevar por una trama ágil y "pulpera" que mezclara a Holmes con (¡Oh my God!) algunos entrañables personajes del tebeo británico más vintage? Eso es lo que ha hecho el señor Alberto López Aroca. ¡Y ninguno lo vimos venir!
En lugar de coger alguna obra original de Doyle y añadirle algun cadáver andante, Aroca, como escritor serio y de fuste forjado a base de años de publicación contracorriente, se construye toda una trama desde cero que coloca a Holmes en la encrucijada de un pronto retiro, enfrentándose a un caso final que incluye zombies, sí, pero también científicos locos y experimentos con gorilas. Inevitable leer estas páginas y no sentirse transportado a una serie B de los años 30 o 40 -o a las páginas amarillentas de una novelucha de bolsillo, ya que estamos- y vibrar de placer con la sucesión de tiroteos, apariciones de personajes míticos, espectaculares "deus ex machina" perfectamente lógicos, autopsias asquerosas de casquería over the top y el concurso de versiones remozadas de los clásicos personajes del sello IPC antes mencionados, con "La Araña", Seth Pride, como cabeza más visible de todos ellos. ¡Y con su helicoche incluido!
Mezclando todo esto con uno de los más oscuros cuentos de Conan Doyle, "El Hombre que se Arrastraba", como punto de partida y poniendo de narrador a un personaje muy secundario de dicha historia, Aroca alimenta nuestras inagotables ánsias de folletin con una historia llena de acción y aventura -e investigación detectivesca, pese a todo- que se lee en un suspiro. Y que mantiene, aun así, un cierto poso crepuscular que atañe a un sabueso al borde del retiro, el cual siente que su inspiradora luz se va a apagando para dar paso a un nuevo siglo lleno de extrañas e inquietantes amenazas. Autómatas, retorcidas referencias genealógicas a Jekyll y a toneladas de personajes de tebeo inglés -tengo que confesar que el apéndice incluido, evocador de Juan Perucho al cual Aroca tanto admira -¡y con razón!-, me vino de perlas para rebuscar alguna referencia a estos oscuros cameos que salpican la trama-, y un sentido del ritmo y el entertainment que ya quisieran algunos de los cansinos popes del rollo apocalíptico actual.
Y esa es, creo yo, la esencia de estos "...Zombies de Camford", el hecho de que al autor se la sopla el género zombie y sus caducos manierismos. Aqui la cuestión es contar una historia y hacerlo con gracia.Y nada mejor que bajarse del tren en marcha actual de la desidia zombificada, para correr en pos de esa extravagancia y maravilla de la literatura popular que algunos tanto echamos de menos en esta grave época de cataclismos nucleares e infectados desprovistos de humor. Solo por el absolutamente desquiciado climax en esa universidad decadente que nos retrata Aroca de forma tan lúdica, vale la pena leer esta novela "zombie" a contracorriente. Y ahora a esperar el "Necronomicón Z" también de Aroca y de inminente publicación. Aunque muchos seguimos deseando echarle el guante -o la zarpa de acero- a sus inéditas historias holmesianas.
8 comentarios:
¡Apuntando!
Gracias mil, señor Wolfville, por sus amables palabras.
Saludos desde el Infierno, caballero.
Un placer y un honor, señor Aroca, aunque las gracias no son necesarias. Usted siga escribiendo libros y será agradecimiento sobrado!! :)
De Aroca me gustó muchísimo su peruchiano "Los espectros conjurados", una maravilla de colección de relatos que homenajea, encima, un montón de temas pulposos con conocimiento de verdad, no siguiendo la moda tarantoide...
No sabe cuánto ma ha servido leer esta reseña suya, porque si hasta ahora no me había hecho con estos Zombies de Cranford era precisamente por eso... ¡¡PORQUE ODIO A MUERTE ESTA ESTÚPIDA MODA ZOMBI, no sabe usted cuánto!! Y álbergaba el temor, lo confieso, de que el respetable Alberto hubiese incurrido, llevado por justificadas y legítimas ansias comerciales, en confeccionar un producto ad hoc para ella...
Así que desveladas estas cuestiones nada me impide ya hacerme con la novela. Aroca es hombre cabal y holmesiano de pro, como dejó bien claro con aquel opúsculo delicioso, "Sherlock Holmes y lo outré", que no dudo en recomendar a todos...
Gran verdad, abuelete. El ensayo sobre lo "outré" en Holmes es también obligatorio, pero para mi ese otro "Espectros Conjurados" que usted menciona es obra cumbre!! Uno de sus cuentos lovecraftianos allí incluidos es para mi de LO MEJOR que jamás se ha hecho en el ámbito de la "explotation" del tímido de Providence.
Estimados Abuelito y Wolfville:
Las palabras de ambos dos logran sacarme los colores, lo admito. Y tengo que requeteagradecerle al señor Wolfville su amabilísima reseña, en tanto en cuanto ha motivado al Abuelito a acercarse a mis "Zombis de Camford".
En efecto, comprendo la fobia hacia la moda Z. De hecho, el responsable de la llamada "Línea Z" de Dolmen, el compañero Jorge Iván Argiz, suele hablar de servidor (en público, al parecer) explicando que soy "un autor al que no le gustan nada los zombis". Cosa que no es del todo cierta, porque lo que sucede es que el exceso de productos demasiado parecidos me parece excesivamente excesivo. Dicho de otro modo, que eso de empezar una historia plagiando el comienzo de "El día de los trífidos" de John Wyndham (tipo que se despierta en un hospital y descubre que el mundo que conocía ha sido invadido por...) ya toca las narices. Y da igual que sea un hospital, un cementerio, un bar, o un retrete.
Por otra parte, mis ansias comerciales, como buen profesional, son desmesuradas y descomunales, egregias, gargantuescas... Ahora bien: No soy de los que dan al lector lo que quiere, sino lo que necesita. De ahí estos "Zombis de Camford" tan pulpescos, y de ahí también el (en breve) a la venta "NECRONOMICÓN Z", que lejos de ser una convención survival más, es una nueva e imprevisible (reto a cualquiera a que especule...y acierte) aproximación a la obra del árabe loco Abdul Al-Hazred que incluye un mapa de la embrujada ciudad de Arkham hacia 1955.
Y sí, señores Wolfville y Abuelito, retomo los conceptillos que dejé caer en "Los espectros conjurados" para servirles un nuevo disloque que producirá angustias, escalofríos y vómitos a los estómagos más sensibles.
Aunque ustedes no lo crean, la zeta de "NECRONOMICÓN Z" pertenece al Zorro.
Mis mejores deseos,
Alberto López Aroca
Enorme reseña amigo Wolf,
y suculentas noticias en los comentarios,
pierda, abuelito, todo temor, que estos zombies son canónicos
y si, estoy de acuerdo, Los espectros ocupan un lugar especial en la obra de Alberto
Pues si...estas mas visto que un zombi , se puede decir ya...pero una buena mezcla de zombis y psicofonias seria la repera
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