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miércoles, 16 de octubre de 2013

"LA LENTE DE DIAMANTE Y Otras Historias de Terror y Fantasía" de FITZ-JAMES O´BRIEN


ARCHIVOS EXPIATORIOS: Recuperamos el repaso a este libro maravillosamente envenenado, dado que hace unas semanas los chicos de la revista “Barsoom” y yo estuvimos hablando sobre este otro ilustre irlandés loco. Del cual además he conocido hace poco (y gracias a ellos) un dato curiosísimo: resulta que O´Brien fue el primero –en 1855- que presentó a un detective de lo sobrenatural (o investigador psíquico) en sus relatos y además apareciendo en un par de ocasiones. La prueba aquí. Yo pensaba que Le Fanu era el que debía colgarse esa medalla pero resulta que no.
 
De la tierra de Stoker, W.B. Yeats o Le Fanu nos llegó en 1828 otra impagable luminaria del cuento fantástico bizarro. Fitz-James O'Brien tuvo también, por cierto, una vida de "cuento" (al igual que sus colegas de pluma como Poe, Bierce o Quiroga). Tras sus primeros escarceos con la poesía, el señor O´Brien -¡Imposible un apellido más irlandés!- se gastó toda su cuantiosa herencia en el mal vivir a la vez que editaba su primer periódico, lo que le hizo caer en desgracia y buscar pastos más floridos en los EE.UU., donde comenzó al fin su carrera como escritor de terror con la intención de seguir financiándose sin problema sus devaneos bohemios. Tras labrarse una reputación como uno de los juerguistas más notorios de Nueva York, el escritor se alista en la Guerra de Secesión, donde recibe unas funestas heridas que lo encaman y, finalmente, le provocan la muerte en 1862. Tenía solo 33 años.

Con su mimbres literarios -que navegan entre el bizarrismo horrendo de Poe y una atmósfera surreal de raíz casi "proto-pulpera"- estaba claro que más tarde o más temprano O´Brien acabaría entrando en la típica caterva de "pioneros lovecraftianos"; ingrata forma de ser recordado en mi opinión y que han sufrido autores tan dispares como Hodgson, Machen o el propio Bierce). Soy tan fan de Lovecraft como el que más, pero estos autores merecen ser celebrados por si mismos, no porque inspiraran a un escritor posterior. Antologías como "Los Mitos de Chtluhu" o "El Horror Según Lovecraft" son siempre interesantes y, desde luego, ayudan mucho a la hora de dar a conocer autores más oscuros, pero la mania de mezclar churras con merinas -Cierto que podríamos considerar a Machen, Dunsany y a Blackwood como antecesores de Lovecraft, pero... ¿Charlotte Perkins Gillman? ¿Y Fitz-James O'Brien, ya puestos?- me hacen a veces preguntarme en que están pensando los editores.

 
Pero volviendo a O´Brien, sus mejores y más variados relatos fantásticos pueden encontrarse reunidos en la (esperemos que aun no descatalogada) edición Valdemar de "La Lente de Diamante y otras historias de Terror y Fantasía". El cuento que da título al volumen es una fantasía científica muy documentada, que cuenta los experimentos de un hombre en busca de la lente más potente de todas; la cual le permitirá explorar hasta la misma esencia de las cosas. Cuando consiga la lente de diamante, podrá acceder a un mundo microscópico de extraño lirismo en el que encontrará fascinantes habitantes. La historia tiene tanto de cuento de hadas como de ucronía inquietante, y muestra la habilidad de O´Brien para enlazar temás opuestos en un todo de gran interés narrativo y lenguaje poético (quizás sea esa la mejor definición de su estilo).

En este volumen encontramos además otros dos cuentos para el recuerdo. Uno es su conocidísimo "¿Que es eso?" -a veces también traducido como "¿Que era aquello?"-, un relato de ser invisible que se escribió antes de que Maupassant concibiera su obra maestra dedicada al asunto: "El Hòrla", y por supuesto mucho antes que el Griffin de Wells hiciera su entrada en la mitología literaria. La historia de una sesión de espiritismo que deviene pesadilla por la intervención de ese cuerpo invisible de difícil descripción que aparece en la cama del narrador de la historia, es de las que permanecen en la mente del lector mucho tiempo después de su lectura. Como ejemplo, el inolvidable momento en que deciden hacer un molde del extraño ser y éste revela una apariencia cuanto menos inquietante. Imprescindible. Y luego tenemos el relato largo llamado "El Forjador de Milagros", que a mí siempre me ha recordado a una película de monstruos de la Universal. Tenemos malos malísimos experimentando con almas e ingenios mecánicos, robots en forma de niño programados para ser enviados como regalo de navidad y masacrar a todas las familias de las casas en que aparezcan, así como un jorobado maltratado por sus malignos amos que intentará al final, enfrentarse a ellos por el amor de una mujer. Una auténtica gozada "pulp" -de hecho de "Weird Menace" podríamos calificarla- que se disfruta de principio a fin.

Pero la cosa no queda aquí, porque "El Cuarto Perdido" es otra obra de arte quizás demasiado olvidada. Una variación simbólica y genial del sobado tema de la "habitación encantada" en la que un huésped reflexiona sobre la estancia en la que vive -con todos los objetos que le rodean y los recuerdos asociados a ellos- y al volver a ella tras un paseo, encuentra que todo ha cambiado y que unos misteriosos habitantes parecen burlarse de él y su cordura, a la vez que se entregan a extrañas e inquietantes prácticas. Una joya atmosférica que raya a la misma altura -sino más- que las restantes y más famosas obras del escritor. Completan el libro un par más de fantasías morbosas estilo O´Brien que, a pesar de bajar algo el nivel, sirven de complemento de calidad a las otras cuatro y superiores historias. Todas ellas son dignas de ser descubiertas.

7 comentarios:

Carlos dijo...

Tengo este volumen de Valdemar (el de tiempo cero)esperando en la pila demasiado tiempo ya. Ya había leído hace tiempo su relato más famoso y aunque su recuerdo es vago, lo tengo anotado como uno de los más afortunados de la antología que publicó Siruela. Los británicos en general, pero los irlandeses muy particularmente han bordeado los caminos ominosos y misteriosos con una facilidad que sorprende. Por suerte, no es necesario pertenecer a esas tierras para disfrutar de ese misterioso placer (aunque pareciera que sí para crearlo).
Un saludo.

Nit dijo...

Ni lo conocía, pero eso de "irlandés loco" es siempre un atractivo! UN detective de lo sobrenatural y demás misterios... uy, me voy a buscarlo!

Al rico libro dijo...

Probablemente hayamos leído algo en alguna antología, pero ahora mismo no caemos. Eso sí, apuntado queda.

miquel zueras dijo...

De este autor conocía su relato "¿Qué es eso?" de Editorial Minotauro. Me apunto esa entrega de la siempre interesante Valdemar. Desde luego tuvo una vida apasionante ese Fitz James. Morir en una guerra fue un final a lo Lord Byron muy adecuado para su gran personalidad.
Saludos. Borgo.

Belknap dijo...

Mr. Wolfville, ¿Qué es eso? y El Forjador de Milagros cuando las lei me han gustado mucho, me hare un tiempo para releer a este gran autor. Saludos y gracias por brindarnos material tan gustoso.

Oscar dijo...

Pues igual que Carlos, tengo el volumen de Valdemar (comprado de segunda mano con varios más) pendiente de leer. Me atrajo el autor y el tema, pero se me quedó atrás en la carrera hacia mi cartera de trabajo donde viajan mis libros de diario. Te debo el placer de rescatarlo. ta te contaré. Pero vamos, que a priori tiene todos los ingredientes para gustarme. Solo el hecho de que un autor sea irlandés (o escocés) me vuelve medio tonto.

Por cierto, totalmente de acuerdo en el tema de los "precursores" de Lovecraft. Yo también soy súper-devoto de HPL y me crié con el volumen de Alianza de "Los mitos de Ctulhu" (y todos los demás de alianza de este autor y de Derleth. Luego amplié a muchos otros que nombras: Bierce (pedazo de maestro), Dunsany, Belknap Long, Machen y tantos otros. Flaco favor les hace recopilarlos como precursores de Lovecraft.

PS: Que impresionante la foto de tu cabecera del blog (hace tiempo que no vengo y no se si lleva mucho) ¿Quienes son?¿Lo sabes?

WOLFVILLE dijo...


LLeva un mes o así, amigo Oscar! ;)

No tengo los datos a mano, pero eran los trabajadores de un museo de antropología o similar, allá por la belle epoque, supongo. Evocadora y a la vez siniestra imagen.