ARCHIVOS EXPIATORIOS: Este mismo mes se celebra el 75 aniversario
de la primera aparición del hombre murciélago (mayo 1939), así que nada mejor
que recuperar la traducción de este artículo que Stephen King escribió para el número 400 de la serie original “Batman”. Aquel número incluyó una
divertidísima historia de Doug Moench
con impresionantes dibujos de Joe Kubert
, Briand Bolland y Jim Aparo entre muchos otros.
Cuando era pequeño
había ciertas preguntas que aparecían y tenían que ser respondidas... o al
menos formuladas, al resultar imposible encontrar una respuesta definitiva.
Una era si el record de
beisbol de la serie mundial de Don Larsen era su habilidad, el destino o simple
suerte. Otra sería qué era lo que había dentro de las pelotas de golf, justo en
el centro. O sea, todos sabíamos que bajo la superficie blanca punteada había
millones de cuerdas de goma, pero había algo más en el mismo centro, algún
líquido que unos creían que era el veneno más mortífero del mundo, otros
pensaban que era una sustancia tan corrosiva que te derretiría los dedos de la
mano hasta los huesos y aún otros creían que era una sustancia que explotaría
si la derramabas en el pavimento caliente.
Estaba la pregunta de
por que todos los personajes de Disney usaban guantes; o si existía o no una
colección completa de la serie verde de las figuritas de David Crockett (las
rojas eran fáciles, pero las verdes eran extrañamente esquivas); o si sería
posible aparecer en China boca abajo si uno atravesaba la Tierra cavando un
pozo.Estas preguntas
formuladas y contestadas cuando uno estaba demasiado cansado para seguir
nadando en el agua y se tiraba en la playa. O cuando volvías a casa del campo
de beisbol en un dulce atardecer de verano, con los pies ardiéndote dentro de
las botas; o quedándote dormido en un campamento.
Y una de esas era ésta:
"¿Quién te gusta más, Superman o Batman ?" Yo siempre elegía a Batman .
Creo que algunos de mis
amigos de la infancia ya no recuerdan ni las cómics ni la pregunta, pero a mi
me complace decir que nunca crecí del todo, solo me creció mas pelo en varias
partes de mi cuerpo y un sentido de responsabilidad en el corazón, y tengo
amigos que hicieron lo mismo: amamos a nuestras mujeres e hijos, hacemos
nuestro trabajo, pero también seguimos leyendo cómics. Y yo sigo eligiendo a
Batman. Esto no quiere decir que no me guste Superman; permitanme tranquilizar a todos los que estén
clamando por mi sangre (incluyendo editores, guionistas y entintadores que
darían sus vidas, su honor y sus sagrados cheques para proteger la imagen y el
buen nombre del Hombre de Acero); me gusta muchísimo. No podría no gustarte
porque era un buen tipo -y
contrariamente a lo que creen algunos cínicos tanto entonces como ahora, los
chicos sienten una atracción natural por los buenos tipos... Gracias a Dios-
porque tenía todos esos grandes poderes, porque tenía ese atractivo conjunto de
enemigos con quienes combatir (incluyendo a ese duendecito del nombre
impronunciable, -que nosotros solíamos pronunciar "Mixtaplik"- y que
para mandarlo a la cuarta dimensión había que engañarlo para que dijera
"Kilpatzim" o algo así), porque tenía amigos geniales (como Perry
White , que era J. Jonah Jameson mucho antes de que cierto lanza-redes se
graduara de los pañales a los pantaloncitos de entrenamiento).
Pero había algo en Superman que siempre me resulto un poco... déjenme ver. No decepcionante, no es
eso lo que quiero decir, pero... esperen, ya lo tengo: Facilón. Para mí era
demasiado fuerte, demasiado capaz, tal vez porque yo era un chico que usaba gafas
gruesas o tal vez porque el concepto de la invulnerabilidad lo hacía parecer un
héroe que tenía una ventaja injusta (ser bueno debería ser siempre mas difícil
que ser malo). Tomemos, por ejemplo, el super-aliento: ¿Es justo poder devolver
a Metrópolis a su lugar de un soplido después de que Lex Luthor la mandara al
Atlántico con unos jets de energía nuclear? Tal vez si, pero a mi no me
convencía el concepto. Tenia su talón de Aquiles, por supuesto, pero era (al
menos hasta que los editores empezaron a liar las cosas con la Kriptonita roja,
Kriptonita amarilla y casi casi con la Kriptonita de pistacho) muy pequeño.
Batman en cambio, era
solo un tipo.
Un tipo rico, si. Un
tipo fuerte, claro. Un tipo inteligente, puedes estar seguro. Pero... no podía
volar.
Creo que eso definió mi
preferencia mas que nada. Recuerdo la publicidad de la primera película de
Superman (¿se acuerdan de la primera película de Superman, allá cuando el mundo
era joven y los dinosaurios caminaban por la tierra?), esos que decían
"USTED CREERA QUE UN HOMBRE PUEDE VOLAR". Bueno, yo no me lo creí. No
en la película y para nada en las historietas (irónicamente, donde mas estuve a
punto de creerlo fue en la serie de TV). Pero cuando Batman se tiraba por una
soga hacia la guarida del Joker o impedía que el Pingüino soltara a Robin en un
tanque de grasa hirviendo mediante un Batarang bien lanzado, yo me lo creía. No
eran cosas probables, lo concedo abiertamente, pero eran cosas posibles. Yo
podía creer en una Cruzado Enmascarado que se colgaba de sogas, tiraba
Batarangs con una precisión letal y conducía como Richard Petty llevando una
mujer embarazada al hospital.
El super-aliento era
difícil de creer, pero un tipo que llevaba un pequeño compuesto disolvente
(para esas molestas sogas con las que los rateros insisten en atarnos) en un
bolsillo de su cinturón utilitario, una poderosa linterna en otro y una útil y
rápida anestesia en otro (Batman ponía a dormir a la gente con dardos
tranquilizantes antes de que realmente se empezaran a utilizar para sedar
animales y personas)... Bueno, esa clase de tipo era mi clase de tipo. Aunque eventualmente le dieron su propia revista,
era y sigue siendo con "Detective Comics" que Batman está más
asociado en mi mente. Él era un auténtico detective: al negársele todas las
características divinas y la supuesta inmortalidad de los Super-héroes, esos
dioses del olimpo modernos, tenía que ser un detective. No podía contar con el
super-aliento para devolver a Gotham City a su lugar correcto después de que el
crimen ocurriera: tenía que atrapar al Acertijo o al villano que fuera antes de
que pudiera encender los cohetes nucleares. Como Sherlock Holmes , Batman
buscaba los rastros dejados por los maleantes; tomaba huellas digitales;
recogía cabello de la escena del crimen y hacía interrogatorios. Llevaba
archivos - Holmes también - del modus operandi de varios criminales. Buscaba
patrones, sabiendo -cómo todos los grandes detectives- que si puede encontrar
un patrón, se puede estar ahí, esperando al criminal en su siguiente parada.
Batman vivía de su ingenio, combatía y desarmaba -a veces brillantemente- a
algunos de los mas grandes villanos jamás creados, impedía todo, desde masivos
robos de joyas a planes para secuestrar perros... y a la vez se las arreglaba
para vivir otra vida al mismo tiempo, la de Bruce Wayne , prominente
filántropo. Reunía dinero, en los sesenta elevo su conciencia social y hasta
tenía un crío como protegido, Dick Grayson . Ah... y otra cosa. Tal vez el
verdadero motivo por el que Batman me gustaba mas que el otro tipo.
Había algo SINIESTRO en
el.
Así es. Lo que han
oido.
SINIESTRO .
Como La Sombra y el
Caballero Luna , como un vampiro, Batman era una criatura de la noche. Oh, si, a
veces se lo veía combatiendo el crimen de día, pero era mas que nada una
silueta en las sombras o un hombre-bestia de rostro severo atravesando una
ventana a altas horas de la madrugada, con su capa flotando a su alrededor como
una enorme sombra. En esas viñetas en que Batman irrumpía, uno veía casi
siempre una horrenda clase de miedo en las caras de los matones a los que
estaba a punto de tirar por el water, y yo siempre me sentí fuertemente identificado
con esas expresiones.
Si, pensaba yo (y sigo
pensando), sentado bajo árbol de mi jardín, o tal vez en el baño, o en el
"trono" (o de pequeño bajo las sábanas, con una linterna). Si, eso
es, tendrían que tener miedo. Yo seguramente tendría miedo si se me aparece
algo así. Tendría miedo aunque no estuviera haciendo nada malo.
La noche era su hora,
las sombras eran su lugar; como el murciélago del que tomó el nombre, el veía
con las manos, los pies y los oídos. Como Bruce Wayne era alegre, con clase,
lleno de savoir faire y bonhomía, un tipo fácil de imaginar frente a la
chimenea en su biblioteca colmada de libros con una copa de brandy y un bol de
caramelos Chez a mano. Pero cuando la Bat-señal flotaba contra uno de los
rascacielos de Gotham (o tal vez reflejada en una nube pasajera), una criatura
silenciosa y sin sonrisa emergía de la Bat-cueva . Si le disparabas,
sangraba..., si le dabas un buen golpe en la cabeza, se desmayaba (al menos por
un rato)... pero nunca, nunca podrías detenerlo.
Desde la cancelación de
la bufonesca serie de TV, hasta más o menos 1982, Batman vivió en un mundo de
sombras no solo como personaje sino como personaje de ficción. Hubo un tiempo,
no me importa decirlo ahora, en que recuerdo haber ido a mediados de cada mes a
sondear cuidadosamente (y un poco ansiosamente) los quioscos, seguro de que el
cruzado enmascarado habría desaparecido, un personaje que simplemente había
entrado a ese silencioso salón de la oscuridad a donde otras grandes creaciones
como J'onn J'onzz el detective marciano , Plastic Man , Los Halcones Negros ,
El Capitán Marvel y Turok , se habían ido antes que él.
Parece que me
equivocaba al preocuparme. Parece que no se puede acabar con un murciélago.
A lo largo de los
últimos años, una o dos cosas han estado pasando: o nuevos fans se han
interesado en las andanzas de Batman, o algunos de los viejos han vuelto sin
hacer ruido. De cualquier forma, el impacto publicitario y las triunfales
ventas de "El Regreso del Caballero Oscuro", probablemente la mejor pieza
del noveno arte jamás publicada en una edición popular, parecen haber asegurado
el éxito de Batman. Para mí, eso es un gran alivio y un gran placer.
Me gustaría felicitar
al Cruzado Enmascarado por su larga y valiente historia, agradecerle por las horas
de placer que me dio y desearle muchos años más de lucha contra el crimen.
Dales duro, grandullón.
Que tu Bat-señal nunca falle, que a tu Batmóvil nunca se le acaben las píldoras
nucleares que lo propulsan, que tu cinturón utilitario nunca quede fatalmente vacío
en el momento equivocado.
Y, por favor, nunca
irrumpas por mi ventana en medio de la noche. Probablemente me de una hemorragia
cerebral del miedo...
Y, además, grandullón,
recuerda que yo estoy de tu lado.
Siempre lo estuve.
STEPHEN KING. 1986
4 comentarios:
genial el sr King... explicado de manera sencilla, como uno mismo.... y casi por las mismas razones todos preferimos a Batman... salu2...
Yo también prefiero a Batman. Sus villanos eran mucho más interesantes y retorcidos -al estilo Dick Tracy- que el soso de Lex Luthor. Además: su vestuario oscuro es mucho más molón.
Saludos. Borgo.
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