“Ha meditado profundamente sobre
los colores, sobre la verdad absoluta de la línea; pero sus muchas pesquisas le
han llevado a dudar del objeto mismo de sus indagaciones. En sus momentos de
zozobra pretende que el dibujo no existe y que no se pueden plasmar con trazos
más que figuras geométricas, lo cual está más allá de la verdad, ya que con el
trazo y el negro, que no es un color, se puede hacer una figura"
¿Se
refería Balzac, en el soberbio
párrafo que acabo de copy/pegar, a los muchos meandros de locura creativa que
acabaría por tomar la literatura en un futuro no demasiado lejano? En cualquier
caso y ciñéndonos a que en efecto esta obra trata sobre pintura, el maestro
francés ofreció en “La Obra Maestra
Desconocida” una absorbente y vertiginosa reflexión simbólica sobre el Arte
con mayúsculas. Es decir, sobre lo que sale de cualquier alma sensible que
desee expresarse a través de una pieza, sea esta escrita, musical o –evidentemente-
pintada. En esta novela corta (o “nouvelle”)
de casi 70 páginas –aunque para los estándares de Balzac quizás deberíamos considerarla un relato corto-, tres
pintores se reúnen, disertan sobre la cuestión artística y acabarán
descubriendo un misterioso cuadro que podría ser la prueba definitiva de que el
arte imita a la vida o viceversa. O de que no hay mejor obra maestra que la que
el artista pinta en su cabeza, pero que jamás podrá plasmar con sus pinceles.
Pablo Picasso
se sintió muy cerca del anciano protagonista de este libro, el pintor Frenhofer, así que en los años 30
dibujó una serie de aguafuertes para ilustrar una nueva edición de la obra –y que
podéis encontrar más abajo- en su etapa parisina. ¿Y de qué trata “La Obra Maestra Desconocida”? Pues la
historia cuenta la peripecia de un joven y enamorado pintor de nombre Poussin que desea hacer carrera
aprendiendo de Porbus, otra artista
de más edad que, a su vez, le presentará a Frenhofer,
un pintor ya en su senectud. El conflicto generacional entre estos tres
artistas quedará claramente establecido desde las primeras líneas, así como una
descripción fascinante de los estudios en los que trabajan. El estilo literario
es, como siempre en Balzac,
vertiginoso, ágil, etéreo y a la vez rebosante de información por párrafo. A pesar
de que el librito se pasea por solo dos o como mucho tres escenarios y consiste
en una serie de kilométricas conversaciones sobre arte, lo divino y lo humano,
el ritmo jamás decae. Más que a
filípicas sobre la creación artística, el lector asiste mudo, igual que Poussin, a una clase maestra llena de
fascinación por la que pasan las distintas búsquedas y frustraciones de la
propia existencia, con un toque de fascinación ineludible.
El
toque maestro es la aparición de Gillette,
novia y musa del joven Poissin, el
cual a su vez la ofrecerá a Frenhofer
para que sea su nueva modelo. No solo así nos acercamos al ideal romántico de
la perfecta inspiración para la búsqueda del mayor aliento poético en la obra, sino
que se introduce una magnífica reflexión entre vida y arte debido al malestar
de la muchacha por tener que someterse a los ojos escrutadores de otro pintor
que no es su prometido. Solo en este pequeño intervalo –esta claro que también
crucial para Balzac, pues con él
termina la primera parte del relato como si fuera una bisagra que abriera otras
puertas-, se concatenan tres significados que acaban descubriendo el meollo de
la historia. Gillete no entiende de
perfección en el arte y en primera instancia se sentirá decepcionada por su
prometido al entregarla a un anciano pintor, cosa que Poisson a su vez tampoco entiende, porque él ha empezado a
discernir que la vida debe supeditarse al arte y no al revés, cosa que Frenhofer ya ha acabado abrazando de
forma plena y a su vez acabará provocando su tragedia última. La obra debe
respirar, estar viva, como no deja de recalcarle el anciano a Porbus en el primer monólogo de la
obra, y sin embargo esa obsesión se concretará en una obra quizás maestra, pero
estéril en una época que demandaba otro tipo de arte. Y lo más triste es que
Frenhofer ha trabajado en ella sin ni siquiera notarlo, dejando más clara su
alienación artística del mundo.
Es
esa reflexión lo que deja un gran sabor de boca al lector inquisitivo que se
enfrenta a esta obra, por lo demás, excelente. Si Balzac estaba aquí haciendo
una especie de advertencia sobre el peligro de obsesionarte con la propia creación
hasta el punto de hacerla hermética y deslavazada incluso para el propio
artista, o bien estaba haciendo un manifiesto sobre como el pintor (o escritor,
o arquitecto, o…) debe consagrarse a la perfección de su arte aunque este esté
adelantado a su tiempo, eso no podría asegurarlo. En un personaje como el bueno
de Honoré, que fue sumamente despreciado en su época y que desde luego se
dedicó en cuerpo y alma a su obra, no deberíamos descartar el posible sesgo
amargo de esta “Obra Maestra…” nada
desconocida, sino más bien reconocida.
Os
dejo con las 13 láminas que el gran Picasso dedicó a la obra, empezando por la
portada de la edición en que aparecieron:
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"Pintor recogiendo su pincel y modelo con turbante" | | |
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"Pintor y modelo tejiendo" |
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"Pintor calvo ante su caballete" |
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"Escultor ante su escultura, con chica joven con turbante y cabeza esculpida" |
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"Toro y caballo en la arena. Paris" |
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"Pintor con dos modelos observando una tela" |
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"Desnudo sentado y esbozos (Caballo, toro, torero...)" |
|
"Pintor ante su cuadro" |
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"Tres desnudos de pie, con esbozos de rostros" |
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"Pintor trabajando observado por modelo desnuda" |
|
"Escultor con escultura y otras obras" |
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"Pintor ante su caballete con modelo de largos cabellos" |
|
"Tabla de los aguafuertes. Paris, 4 de julio 1931" |
16 comentarios:
Las ilustraciones de Picasso son una pasada.
Muy interesante, sobre todo con las litografias de Picasso. Es cierto, Balzac fue menospreciado en su época como "autor de folletines" aunque tenía un impresionante éxito popular, un Reverte de entonces. Saludos. Borgo.
Mr. Wolville, Balzac, Picasso, otra de sus sublimes entradas, maravilloso. Un saludo.
Que maravilla! no he leído casi nada de Balzac (aunque lo he intentado), reconozco mi ignorancia al respecto, pero me ha encantado ver estas imágenes de Picasso... me buscaré, sin duda el libro para leerlo!
Corrijo la referencia anterior: la edición a la que me refería antes es la de Visor, del año 2003.
Corrijo la referencia anterior: la edición a la que me refería antes es la de Visor, del año 2003.
Cuánto me alegro de leer tu artículo, Wolfville. Esta "Obra de arte desconocida" es tan genial, que parece mentira que no sea más conocida. En castellano salió una edición -creo que era en Montesinos- con una prólogo de Calvo Serraller que era capaz de hacer la boca agua al más abstruso de los lectores.
No he leído nada de Balzac, lo reconozco...Pero nunca es tarde, así que me apunto esta novela que por lo que cuentas merece la pena.
Saludos ^^
Por cierto, las ilustraciones de Picasso son estupendas!
Muy buena entrada...
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