AVISO PARA BLOGUEANTES: Vamos a hablar de "El Conde Drácula", atentado fílmico perpetrado por ese directorzuelo de culto -y ganador de un Goya honorífico- conocido como Jess Franco. El siguiente texto cómico-festivo es una respuesta a la reseña de este mismo film recién colgada por mi colega bloguero CINEMAGNÍFICUS. Si quieren leer una crítica seria, profesional e incluso moderadamente positiva de este film, visítenle aqui:
http://cinemagnificus.blogspot.com/2012/01/el-conde-dracula-de-jesus-franco-1970.html
Si quieren sangre, muerte, destrucción y verdades como puños, permanezcan atentos a sus pantallas. ¡¡Este es mi primer posteo crossover con otro blog!! Y para ello resucitamos una de las reseñas más demenciales, destroyers y asqueantes de las que escribí para un fotolog ya difunto que se llamó "bastard movies" y que se dedicaba a desmenuzar con saña todo tipo de pestiños cinematográficos. Este es un aviso para personas sensibles: yo era joven, estaba cabreado y acababa de ver una película que se meaba sistemáticamente sobre una de mis novelas favoritas. Así que manéjese con cuidado (Aunque sigo opinando lo mismo):
Toca ponerse una mascara antigás y traeros hoy, amigos, “El Conde Drácula”. Que comienza con este letrero:
HACE MAS DE 50 AÑOS QUE BRAM STOKER ESCRIBIO LA MÁS POPULAR DE LAS HISTORIAS DE HORROR. EN ESTA PELÍCULA ES REPRESENTADA, POR PRIMERA VEZ, CON ABSOLUTA FIDELIDAD A LA OBRA ORIGINAL.
He aquí el primer toque de comedia involuntaria de la peli, porque la fidelidad a la novela de Stoker se reduce a un solo elemento: El bigotazo que luce Christopher Lee. En lo demás hacen lo habitual en este tipo de adaptaciones: Pasarse la novela por los huevos y usarla como papel higiénico después de cagarse en su trama, sus personajes, su esencia y en fin, en toda ella misma. Jesús (o Jess, para sus paletos fans americanos) Franco se limita a poner la cámara con su falta de garra y el feísmo habitual de todas sus producciones mientras no para de hacer los horrendos zooms habituales de todo el cine de mierda setentero. El director más infecto de todo este sub-genero consiguió un reparto de campanillas para este absurdo proyecto y rodó la aberración resultante en nuestro país.
Christopher Lee haciendo de Drácula, Herbert Lom como Van Helsing y Klaus Kinski encargándose de Renfield acudieron a la Península Ibérica con la intención de pasar unas vacaciones soleadas, tomarse unas cervecitas en chiringuitos y pillar pasta para pagar las facturas; por desgracia se olvidaron el libro de “Como Interpretar” que tanto les ayudo otras veces, porque están los tres de un soso y aburrido que tiran de espaldas. Probablemente contagiados con el ritmo de la película, que es un supremo coñazo que duerme hasta a las ovejas. Pero repasemos un poco el argumento: Jonathan Harker (que en esta peli es un clon de Chayanne) va al castillo de Drácula porque es abogado y el aristócrata se quiere comprar una casita en Londres. Tras varios Zooms, la gente avisa a Harker por el camino de que el castillo está maldito, de que le espera una buena allí, de que el Conde es un ruina y Harker no pregunta en ningún momento de que coño están hablando, sino que se limita a poner cara de estreñido y continuar el viaje. Cuando llega allí se da cuenta de dos cosas: 1) El Conde en efecto da mucha grima y 2) El cartón piedra del castillo canta más que un triunfito. Impecable el diseño de producción, que vemos bien gracias a los Zooms, con un salón comedor consistente en una mesa grande con una lámpara enorme llena de telarañas de caramelo justo en medio. Los ruidos que se oyen todo el rato y que son en teoría amenazadores gritos de lobos y otros siniestros animales, recuerdan más bien a los de un mono capuchino en celo en plena selva del Titicaca, lo cual nos hace preguntarnos si en efecto esta es la versión definitiva de Dracula o la de Tarzan.
El Conde tiene unas interesantes charlas con el Harker mientras disfrutan de los Zooms. Cuando este le pregunta por qué se quiere mudar a Londres, Drácula contesta que no solo a los jóvenes les gusta cambiar de ambiente, como refiriéndose a la marcha discotequera del sábado. En unos diez minutos pasa lo de siempre... al Harker le atacan las tres vampiras y se escapa cayéndose por las almenas del castillo, imagen que vemos realzada gracias a un Zoom. En la siguiente escena, aparece directamente en un sanatorio de Budapest regentado por el doctor Van Helsing, o sea Herbert Lom poniendo cara de cabreo toda la película en acojonantes primeros planos y jugando al despiste. Cuando Harker comienza a hablar de Drácula y de los vampiros dice que se deje de tonterías, que eso son cosas del folklore y que no existen. Avanza un poco la trama, muerden en el hospital a una de las actrices tetonas de turno y se produce este curioso diálogo:
-Van Helsing: “Los vampiros son algo muy real. Soy experto en magia negra y llevo años estudiandolos”.
-Harker: “¿Entonces porque me dijo que eran tonterías cuando le conté lo mío en el castillo?”
-Van Helsing: (Zoom a su cara) “No puedo decirselo”. “¡No me atrevo!”
¿Que por que coño se comporta este tío así de raro? No hay explicación en el resto de metraje.
Y hablando de cosas raras, Renfield se da cuenta, gracias a un zoom, de que la casa de enfrente es la morada que Harker le había comprado a Drácula en… ¿Londres? ¿Pero no se suponia que estaban en una clínica de Budapest? No hay explicación para el salto espacio-temporal. En cuanto a Renfield, hace el zumbado solo cuando esta fuera de escena (en unos gritos de loca que se oyen por el sanatorio), porque cuando sale en la película la interpretación de Klaus Kinski se limita a quedarse sentado mirando raro (ni una palabra en toda la película). Su momento más glorioso es cuando Drácula le obliga a tirarse por la ventana, o mejor dicho a un muñeco con las piernas y los brazos doblados rebotando por el suelo mientras grita un continuo “AHHHHHHHH” en Off.
Tras un par de Zooms, Dracula decide que ya es hora de meter caña así que se transforma en murciélago y acecha por las ventanas de Mina Harker (personaje cuya importancia en la novela es aqui reducida a la categoria de extra). El murciélago cogido de un cable no cantaba asi desde la epoca de Bela Lugosi, y sus chillidos son aqui como los de un sapo. Entre el murciélago-rana y los lobos del Titicaca, no se como no le dieron un Goya al de efectos de sonido.
Los cazavampiros deciden atacar sin Van Helsing, porque a este le ha dado un jamacuco de repente –en el que le vemos doblarse sobre si mismo mientras bizquea ante la camara- y se tira el resto de la película de resaca. Cuando persiguen al Conde, el cual no para de morder extras acompañado de Zooms, este los lleva a una habitación llena de animales disecados a los que ¡Devuelve la vida! No, amigos, el presupuesto no llegaba, así que la escena consiste en un técnico fuera de camara meneando a los bichos peludos para que parezca que se mueven, mientras de fondo escuchamos sus berreos selvaticos. Por cierto, uno de los animales redivivos es una amenazadora y siniestra… ¡¡Ostra!! Un ejemplo mas (y van…) de la cutrez del señor Franco. De las escenas de muerte de vampiras con estacazos de ketchup en las que las agonizantes muchachas parecen no darse ni cuenta de lo que les esta pasando –como si las estuvieran arreglando el pelo-, mejor no hacer más comentarios.
Llegamos al emocionante (¿?) final, en el que emboscan a Drácula, aun en su ataud en lo alto de un carro. Abren el feretro, el Conde despierta y se queda embobado mirando a los que le atacan, dandoles tiempo de sobra para que uno de ellos le meta fuego con una antorcha –y con un movimiento desganado de mano tonta, encima-. Sí, en efecto, en esta pelicula Drácula muere incinerado (ni estaca ni ostias) y lanzado su ataud en llamas por un barranco, de nuevo con un muñeco rebotando dentro. ¿Cine pretencioso y oloroso? ¿Simbólica mierda? ¿Escoria de culto para frikis con el gusto en el culo? “El Conde Dracula" es todo eso y mas. Un pedazo de basura de celuloide que debio correr la misma suerte que el ataud del Conde.
EPÍLOGO: Con este rescate del pasado, inauguramos la sección "ARCHIVOS EXPIATORIOS", etiqueta bajo la que rescataré algunos viejos textos de blogs y páginas anteriores, con la intención de poder finalmente borrarlos del mundo, que solo haya un Wolfville suelto por Google y que todo quede concentrado aquí.
http://cinemagnificus.blogspot.com/2012/01/el-conde-dracula-de-jesus-franco-1970.html
Si quieren sangre, muerte, destrucción y verdades como puños, permanezcan atentos a sus pantallas. ¡¡Este es mi primer posteo crossover con otro blog!! Y para ello resucitamos una de las reseñas más demenciales, destroyers y asqueantes de las que escribí para un fotolog ya difunto que se llamó "bastard movies" y que se dedicaba a desmenuzar con saña todo tipo de pestiños cinematográficos. Este es un aviso para personas sensibles: yo era joven, estaba cabreado y acababa de ver una película que se meaba sistemáticamente sobre una de mis novelas favoritas. Así que manéjese con cuidado (Aunque sigo opinando lo mismo):
Toca ponerse una mascara antigás y traeros hoy, amigos, “El Conde Drácula”. Que comienza con este letrero:
HACE MAS DE 50 AÑOS QUE BRAM STOKER ESCRIBIO LA MÁS POPULAR DE LAS HISTORIAS DE HORROR. EN ESTA PELÍCULA ES REPRESENTADA, POR PRIMERA VEZ, CON ABSOLUTA FIDELIDAD A LA OBRA ORIGINAL.
He aquí el primer toque de comedia involuntaria de la peli, porque la fidelidad a la novela de Stoker se reduce a un solo elemento: El bigotazo que luce Christopher Lee. En lo demás hacen lo habitual en este tipo de adaptaciones: Pasarse la novela por los huevos y usarla como papel higiénico después de cagarse en su trama, sus personajes, su esencia y en fin, en toda ella misma. Jesús (o Jess, para sus paletos fans americanos) Franco se limita a poner la cámara con su falta de garra y el feísmo habitual de todas sus producciones mientras no para de hacer los horrendos zooms habituales de todo el cine de mierda setentero. El director más infecto de todo este sub-genero consiguió un reparto de campanillas para este absurdo proyecto y rodó la aberración resultante en nuestro país.
Christopher Lee haciendo de Drácula, Herbert Lom como Van Helsing y Klaus Kinski encargándose de Renfield acudieron a la Península Ibérica con la intención de pasar unas vacaciones soleadas, tomarse unas cervecitas en chiringuitos y pillar pasta para pagar las facturas; por desgracia se olvidaron el libro de “Como Interpretar” que tanto les ayudo otras veces, porque están los tres de un soso y aburrido que tiran de espaldas. Probablemente contagiados con el ritmo de la película, que es un supremo coñazo que duerme hasta a las ovejas. Pero repasemos un poco el argumento: Jonathan Harker (que en esta peli es un clon de Chayanne) va al castillo de Drácula porque es abogado y el aristócrata se quiere comprar una casita en Londres. Tras varios Zooms, la gente avisa a Harker por el camino de que el castillo está maldito, de que le espera una buena allí, de que el Conde es un ruina y Harker no pregunta en ningún momento de que coño están hablando, sino que se limita a poner cara de estreñido y continuar el viaje. Cuando llega allí se da cuenta de dos cosas: 1) El Conde en efecto da mucha grima y 2) El cartón piedra del castillo canta más que un triunfito. Impecable el diseño de producción, que vemos bien gracias a los Zooms, con un salón comedor consistente en una mesa grande con una lámpara enorme llena de telarañas de caramelo justo en medio. Los ruidos que se oyen todo el rato y que son en teoría amenazadores gritos de lobos y otros siniestros animales, recuerdan más bien a los de un mono capuchino en celo en plena selva del Titicaca, lo cual nos hace preguntarnos si en efecto esta es la versión definitiva de Dracula o la de Tarzan.
El Conde tiene unas interesantes charlas con el Harker mientras disfrutan de los Zooms. Cuando este le pregunta por qué se quiere mudar a Londres, Drácula contesta que no solo a los jóvenes les gusta cambiar de ambiente, como refiriéndose a la marcha discotequera del sábado. En unos diez minutos pasa lo de siempre... al Harker le atacan las tres vampiras y se escapa cayéndose por las almenas del castillo, imagen que vemos realzada gracias a un Zoom. En la siguiente escena, aparece directamente en un sanatorio de Budapest regentado por el doctor Van Helsing, o sea Herbert Lom poniendo cara de cabreo toda la película en acojonantes primeros planos y jugando al despiste. Cuando Harker comienza a hablar de Drácula y de los vampiros dice que se deje de tonterías, que eso son cosas del folklore y que no existen. Avanza un poco la trama, muerden en el hospital a una de las actrices tetonas de turno y se produce este curioso diálogo:
-Van Helsing: “Los vampiros son algo muy real. Soy experto en magia negra y llevo años estudiandolos”.
-Harker: “¿Entonces porque me dijo que eran tonterías cuando le conté lo mío en el castillo?”
-Van Helsing: (Zoom a su cara) “No puedo decirselo”. “¡No me atrevo!”
¿Que por que coño se comporta este tío así de raro? No hay explicación en el resto de metraje.
Y hablando de cosas raras, Renfield se da cuenta, gracias a un zoom, de que la casa de enfrente es la morada que Harker le había comprado a Drácula en… ¿Londres? ¿Pero no se suponia que estaban en una clínica de Budapest? No hay explicación para el salto espacio-temporal. En cuanto a Renfield, hace el zumbado solo cuando esta fuera de escena (en unos gritos de loca que se oyen por el sanatorio), porque cuando sale en la película la interpretación de Klaus Kinski se limita a quedarse sentado mirando raro (ni una palabra en toda la película). Su momento más glorioso es cuando Drácula le obliga a tirarse por la ventana, o mejor dicho a un muñeco con las piernas y los brazos doblados rebotando por el suelo mientras grita un continuo “AHHHHHHHH” en Off.
Tras un par de Zooms, Dracula decide que ya es hora de meter caña así que se transforma en murciélago y acecha por las ventanas de Mina Harker (personaje cuya importancia en la novela es aqui reducida a la categoria de extra). El murciélago cogido de un cable no cantaba asi desde la epoca de Bela Lugosi, y sus chillidos son aqui como los de un sapo. Entre el murciélago-rana y los lobos del Titicaca, no se como no le dieron un Goya al de efectos de sonido.
Los cazavampiros deciden atacar sin Van Helsing, porque a este le ha dado un jamacuco de repente –en el que le vemos doblarse sobre si mismo mientras bizquea ante la camara- y se tira el resto de la película de resaca. Cuando persiguen al Conde, el cual no para de morder extras acompañado de Zooms, este los lleva a una habitación llena de animales disecados a los que ¡Devuelve la vida! No, amigos, el presupuesto no llegaba, así que la escena consiste en un técnico fuera de camara meneando a los bichos peludos para que parezca que se mueven, mientras de fondo escuchamos sus berreos selvaticos. Por cierto, uno de los animales redivivos es una amenazadora y siniestra… ¡¡Ostra!! Un ejemplo mas (y van…) de la cutrez del señor Franco. De las escenas de muerte de vampiras con estacazos de ketchup en las que las agonizantes muchachas parecen no darse ni cuenta de lo que les esta pasando –como si las estuvieran arreglando el pelo-, mejor no hacer más comentarios.
Llegamos al emocionante (¿?) final, en el que emboscan a Drácula, aun en su ataud en lo alto de un carro. Abren el feretro, el Conde despierta y se queda embobado mirando a los que le atacan, dandoles tiempo de sobra para que uno de ellos le meta fuego con una antorcha –y con un movimiento desganado de mano tonta, encima-. Sí, en efecto, en esta pelicula Drácula muere incinerado (ni estaca ni ostias) y lanzado su ataud en llamas por un barranco, de nuevo con un muñeco rebotando dentro. ¿Cine pretencioso y oloroso? ¿Simbólica mierda? ¿Escoria de culto para frikis con el gusto en el culo? “El Conde Dracula" es todo eso y mas. Un pedazo de basura de celuloide que debio correr la misma suerte que el ataud del Conde.
EPÍLOGO: Con este rescate del pasado, inauguramos la sección "ARCHIVOS EXPIATORIOS", etiqueta bajo la que rescataré algunos viejos textos de blogs y páginas anteriores, con la intención de poder finalmente borrarlos del mundo, que solo haya un Wolfville suelto por Google y que todo quede concentrado aquí.
11 comentarios:
Jesús Franco aún le quedaba algo de prestigio desde "Mil gritos tiene la noche" pero esta película confirmó que era un pestiño y lo acabó de demostrar con su "Drácula contra Frankenstein" dos años después. El realizador Pere Potabella confeccionó un truño experimental con material sobrante de esa película llamado "Vampyr, cuadecuc" que entusiasmó a los modernikis de los 7o que supongo que ya se habrán dado cuenta que fue una tomadura de pelo aún mayor que la de Franco. Saludos. Borgo.
He visto a cachos ese bodrio de "Vampyr, cuadecuc" que comentas y realmente es un atentado contra la humanidad. Lo único salvable es la escena de Lee leyendo la novela de Stoker.
Supongo que podría copiar el comentario que dejé en el blog EL GABINETE DE CINEMAGNIFICUS y ponerlo aquí, pero como tu crítica es muy distinta, intentaré comentar ciertas cosas de tu entrada. Me gusta lo que escribes sobre la puta mesa llena de telarañas, que es una imagen de lo más tonta, la muerte final es demasiado patética como para pensar en ella, los zooms, el director de fotografía con parkinson (digo yo que era eso, la cámara temblaba sin parar), los personajes desdibujados, el papelito para el perpetrador (o director) del film haciendo de rarito (como es natural en él), en fin, no nos lo tomemos en serio o lo matamos. Yo cuando oigo al tio jess criticar a la Hammer flipo en colores, como si él hubiese sido capaz de dar pié en bola en toda su mierdosa carrera. Como si él hubiese rodado clásicos de verdad, que destaquen por su calidad, no por su exotismo o su frikismo, llámalo como quieras. Si Jess, tú dices que el Drácula de Coppola es una mierda, y estoy de acuerdo, pero lo tuyo no tiene nombre. No me enfado, en realidad me lo tomo a cachondeo. El amigo es un cachondo mental, y además, realmente sabe de cine, que no de hacerlo. Me encanta leer entrevistas con Jesus Franco. Es un friki libre, que va a su puta bola sin importarle absolutamente nada. Esa es la razón de su patetismo, y tambíén de su encanto. Un saludo
Cierto. Muy cierto todo lo que usted expone, Sr. Trabanco. Estoy de acuerdo en que, como persona, Franco es un gran tipo. Me pasa lo mismo con Paul Nashy, que me caía estupendamente. Pero, respetando a los que adoran a esos dos "curritos", me temo que cinematográficamente para mi lo que hay es lo que hay.
Aunque haya películas que te puedan hacer reír (para no volverlas a ver y olvidarlas es de las mejores cosas que te pueden suceder), estoy con vosotros; según que cutreces (en las que se incluyen ochenteces) han sido pasto de moderners o seres peores...todo para ellos y que les aproveche jajaja
Es lo que pasa con las mitificaciones de directores que en realidad son muy malos, que al final quedan como osados perpetradores de series B con prestigio y films de culto, pero la verdad puede ser bien distinta. No soporto el zoom, es peor que un dolor de muelas, usted ya me entiende. Con lo bonito que es mover la cámara, pero claro requiere más trabajo.
Caramba. Parece tan pateticamente penosa que me estan dando ganas de verla.
¡QUE MALAAAA!
Recuerdo ver esta película en "Somos" con muchísima curiosidad y encontrarme con un disparate con el que no puede uno ni reirse. Pobre lee. Pobre Kinski. Pobre Lom.
Por otro lado: ¿como cojones hay un solo fan de Jesus Franco en el planeta?
Ojalá hubiera tenido yo esa capacidad de análisis cuando vi "La noche de Valpurgis". Creo que es una de las experiencias más traumáticas de mi vida. Por allí salía el hombre lobo, unas vampiresas y no me extrañaría que también anduviera Drácula. Esto último no lo puedo afirmar con seguridad, porque cuando aparecía la luna llena y sonaba la musiqueta de acojono me atrincheraba tras la butaca y trataba de no oír nada. Durante mucho tiempo pensé que no se podía ver en el cine nada más terrorífico, hasta que años más tarde la repusieron en la tele y la vi (no toda, por supuesto). Me pareció un bodrio infumable y lo único que me asustó fue la sensación de que había pasado un siglo desde que la vi en el cine.
Saludos
Sobre lo que decís de "Vampyr, cuadecuc", no estoy de acuerdo en absoluto. Me parece un experimento brillante (no me atrevo a llamarlo película ni documental)que va más allá de moderneces, es simplemente una vampirización del film original que salió mucho mejor que el mismo.
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