El otro día le hinqué el diente a este reciente comic escrito por el genio de Northampton, que supone una de sus últimas incursiones en el tebeo más, por así decirlo, comercial. Los continuos compromisos del señor Alan Moore con sus proyectos literarios, revistas “underground” y cultos mágicos le van dejando cada vez menos tiempo para meter el dedo a proyectos viñeteros, más allá de su compromiso con la “League of Extraordinary Gentleman” y a una supuesta historia inédita de su inclasificable “The Bojeffries Saga” que debería ver la luz pronto. Por eso siempre es una buena noticia que Moore abandone sus polvorientos grimorios por un tiempo y nos regale otro de sus clásicos pastiches renovadores, en este caso con Lovecraft como objetivo. Es un tebeo funcional, entretenido y fresco; no es malo en absoluto, pero tampoco es memorable. ¡Pero es Alan Moore, amigos! Y es una gozada, nos pongamos como nos pongamos.
Como ya sabemos que el señor Moore ha roto todos sus lazos con el comic “mainstream”, son ahora compañías independientes como esta Avatar Press la que se ocupa de editar los tebeos que el barbudo divino tenga a bien escribir de forma más o menos dilatada. En este caso, el editor le propuso escribir el comic que le diera la gana y Moore aceptó la proposición porque en aquella época (hace cuatro o cinco años de esto), se encontraba necesitado de dinero debido al impago de unos plazos que DC Comics le adeudaba desde hacía tiempo por el volumen tercero de “La Liga..”. Por supuesto no hay que ver en la acción de Moore un simple deseo de pagar facturas, porque actualmente el autor nunca realiza un comic a disgusto o sobre un tema que no le interese –aunque lo haga por dinero-, de ahí que con “Neonomicon” culmine en forma de comic su saga lovecraftiana, que comenzó con el relato corto “The Courtyard”. En otro orden de cosas, si Moore necesita dinero de cuando en cuando, es debido a su renuncia por principios a cobrar ninguno de los derechos cinematográficos por las adaptaciones de sus comics, debido a su largo desacuerdo con la industria del tebeo más generalista y con Hollywood. Si Moore hubiera cobrado lo que le correspondía por las versiones fílmicas de “V De Vendetta”, “Constantine” o “Watchmen”, probablemente no solo no tendría problemas de dinero en ciertas épocas, sino que tendría dos o tres cadillacs en su garaje.
Volviendo a “Neonomicon”, el recopilatorio que ha editado Panini incluye por primera vez a color la adaptación a comic en dos partes de “The Courtyard”, que sirve como excelente prólogo para la propia saga principal que da título al volumen. “The Courtyard” es una obrita atmosférica que fija los parámetros del señor Moore a la hora de actualizar la obra de Lovecraft. Ambientada en nuestra época, con un tono “noir” y policías como protagonistas –es obvio que la devoción del escritor británico por “The Wire” se ha filtrado parcialmente a esta obra- y añadiendo de forma explícita el sexo y la violencia que en Lovecraft se encontraban velados o eran directamente inexistentes. Especialmente el sexo. Además teniendo la trama al escritor de Providence como centro ideológico de un extraño culto que se dedica a extrañas orgías y ritos lisérgicos, la cantidad de guiños a H.P. así como a todos sus precedentes y contemporáneos es ingente. Hay menciones a la Carcosa de Ambrose Bierce o al continente Zotique de Clark Ahston Smith, amén de por supuesto a Dagón o al modelo de Pickman; todos estos detalles aparecen en contextos modernizados y sumamente irreverentes como Carcosa dando nombre a un club de moda o la cantante lesbiana de un grupo “punk” que se hace llamar Randolph Carter –igual que el famoso personaje lovecraftiano-. Mejor no revelo el uso que se le da a la palabra “Dagón”, porque es mejor que lo descubráis vosotros mismos.
Como decíamos el sexo manda, y a Moore el editor de Avatar Press le ha dado mucha más mano libre de la que le hubieran permitido en una editorial más populachera. Orgías mezclas de sexo y violencia, desnudos de todo pelaje, desmembramientos, sexos orales, anales y ventriculares además de una espectacular escena de “handjob” a una entidad de más allá de R´lyeh, que hubiera hecho que el propio Lovecraft se hubiera desmayado cual damisela victoriana. La investigación de la pareja protagonista –ya inmersos en la trama en cuatro partes de “Neonomicon”- les llevará en un viaje lleno de lisergia mutante, sexo guarro y apariciones de terroríficos monstruos dibujado con oficio –algo estático, cierto es- por un Jacen Burrows que lleva tiempoabonado al comic independiente. Tópicos sin cuento en estos casos salpican la trama sin contemplaciones de ningún tipo. Interrogatorios con carismáticos psicópatas encarcelados –puro “El Silencio de los Corderos” o “Seven”- se mezclan con tiroteos realistas e incluso un sueño onírico que llevará a la protagonista a hablar con nada menos que la personificación de una de las entidades más populares del bestiario de Lovecraft. Precisamente es a otra de estas famosas monstruosidades (Los Antiguos, para los amigos) a la que hace referencia el sorpresivo final de la función. Un desenlace algo previsible pero que augura una posible tercera parte de esta “bastardización” de los Mitos de Cthluhu.
¿Más problemas? Quizás un desarrollo algo soso en algunas partes y demasiado informativo en otras. Mientras que en “The Courtyard” las referencias a Lovecraft y amigos están perfectamente insertadas en la trama, aunque quizás solo sean disfrutables para los entendidos más atentos, en “Neonomicon” estos guiños se hacen excesivamente didácticos. Con algún que otro personaje explicando qué significa cada nombre o referencia lovecraftiana que se deja ver a la mínima. Supongo que el ánimo de Moore le lleva a hacer una historia más accesible y menos oscura para los neófitos, pero a veces tiende a caer en el exceso explicativo. Y eso que cuando quiere, vuelve a ser tan meta ficcional y abstracto como de costumbre. Por ejemplo cuando los personajes hablan el lenguaje de los muertos inventado por Lovecraft.
Aun así son solo pequeños detalles que tiñen un relato que no es que intente innovar especialmente, ni tampoco hacer historia en el ingente “corpus” de literatura lovecraftiana. Pero sí que hará pasar un rato muy divertido a todos los admiradores menos canónicos del escritor de Providence así como a todos los fans del Moore más ácrata y guarrindongo. Ese que se lo pasa bomba parodiando convenciones estilísticas -como los superhéroes, el policial, el porno, el terror...- que todos sabemos que adora en la intimidad. Y todos esos detalles, junto a una buena sesión de gore y erotismo enfermo, no tienen precio en una tarde tonta de domingo .
Como ya sabemos que el señor Moore ha roto todos sus lazos con el comic “mainstream”, son ahora compañías independientes como esta Avatar Press la que se ocupa de editar los tebeos que el barbudo divino tenga a bien escribir de forma más o menos dilatada. En este caso, el editor le propuso escribir el comic que le diera la gana y Moore aceptó la proposición porque en aquella época (hace cuatro o cinco años de esto), se encontraba necesitado de dinero debido al impago de unos plazos que DC Comics le adeudaba desde hacía tiempo por el volumen tercero de “La Liga..”. Por supuesto no hay que ver en la acción de Moore un simple deseo de pagar facturas, porque actualmente el autor nunca realiza un comic a disgusto o sobre un tema que no le interese –aunque lo haga por dinero-, de ahí que con “Neonomicon” culmine en forma de comic su saga lovecraftiana, que comenzó con el relato corto “The Courtyard”. En otro orden de cosas, si Moore necesita dinero de cuando en cuando, es debido a su renuncia por principios a cobrar ninguno de los derechos cinematográficos por las adaptaciones de sus comics, debido a su largo desacuerdo con la industria del tebeo más generalista y con Hollywood. Si Moore hubiera cobrado lo que le correspondía por las versiones fílmicas de “V De Vendetta”, “Constantine” o “Watchmen”, probablemente no solo no tendría problemas de dinero en ciertas épocas, sino que tendría dos o tres cadillacs en su garaje.
Volviendo a “Neonomicon”, el recopilatorio que ha editado Panini incluye por primera vez a color la adaptación a comic en dos partes de “The Courtyard”, que sirve como excelente prólogo para la propia saga principal que da título al volumen. “The Courtyard” es una obrita atmosférica que fija los parámetros del señor Moore a la hora de actualizar la obra de Lovecraft. Ambientada en nuestra época, con un tono “noir” y policías como protagonistas –es obvio que la devoción del escritor británico por “The Wire” se ha filtrado parcialmente a esta obra- y añadiendo de forma explícita el sexo y la violencia que en Lovecraft se encontraban velados o eran directamente inexistentes. Especialmente el sexo. Además teniendo la trama al escritor de Providence como centro ideológico de un extraño culto que se dedica a extrañas orgías y ritos lisérgicos, la cantidad de guiños a H.P. así como a todos sus precedentes y contemporáneos es ingente. Hay menciones a la Carcosa de Ambrose Bierce o al continente Zotique de Clark Ahston Smith, amén de por supuesto a Dagón o al modelo de Pickman; todos estos detalles aparecen en contextos modernizados y sumamente irreverentes como Carcosa dando nombre a un club de moda o la cantante lesbiana de un grupo “punk” que se hace llamar Randolph Carter –igual que el famoso personaje lovecraftiano-. Mejor no revelo el uso que se le da a la palabra “Dagón”, porque es mejor que lo descubráis vosotros mismos.
Como decíamos el sexo manda, y a Moore el editor de Avatar Press le ha dado mucha más mano libre de la que le hubieran permitido en una editorial más populachera. Orgías mezclas de sexo y violencia, desnudos de todo pelaje, desmembramientos, sexos orales, anales y ventriculares además de una espectacular escena de “handjob” a una entidad de más allá de R´lyeh, que hubiera hecho que el propio Lovecraft se hubiera desmayado cual damisela victoriana. La investigación de la pareja protagonista –ya inmersos en la trama en cuatro partes de “Neonomicon”- les llevará en un viaje lleno de lisergia mutante, sexo guarro y apariciones de terroríficos monstruos dibujado con oficio –algo estático, cierto es- por un Jacen Burrows que lleva tiempoabonado al comic independiente. Tópicos sin cuento en estos casos salpican la trama sin contemplaciones de ningún tipo. Interrogatorios con carismáticos psicópatas encarcelados –puro “El Silencio de los Corderos” o “Seven”- se mezclan con tiroteos realistas e incluso un sueño onírico que llevará a la protagonista a hablar con nada menos que la personificación de una de las entidades más populares del bestiario de Lovecraft. Precisamente es a otra de estas famosas monstruosidades (Los Antiguos, para los amigos) a la que hace referencia el sorpresivo final de la función. Un desenlace algo previsible pero que augura una posible tercera parte de esta “bastardización” de los Mitos de Cthluhu.
¿Más problemas? Quizás un desarrollo algo soso en algunas partes y demasiado informativo en otras. Mientras que en “The Courtyard” las referencias a Lovecraft y amigos están perfectamente insertadas en la trama, aunque quizás solo sean disfrutables para los entendidos más atentos, en “Neonomicon” estos guiños se hacen excesivamente didácticos. Con algún que otro personaje explicando qué significa cada nombre o referencia lovecraftiana que se deja ver a la mínima. Supongo que el ánimo de Moore le lleva a hacer una historia más accesible y menos oscura para los neófitos, pero a veces tiende a caer en el exceso explicativo. Y eso que cuando quiere, vuelve a ser tan meta ficcional y abstracto como de costumbre. Por ejemplo cuando los personajes hablan el lenguaje de los muertos inventado por Lovecraft.
Aun así son solo pequeños detalles que tiñen un relato que no es que intente innovar especialmente, ni tampoco hacer historia en el ingente “corpus” de literatura lovecraftiana. Pero sí que hará pasar un rato muy divertido a todos los admiradores menos canónicos del escritor de Providence así como a todos los fans del Moore más ácrata y guarrindongo. Ese que se lo pasa bomba parodiando convenciones estilísticas -como los superhéroes, el policial, el porno, el terror...- que todos sabemos que adora en la intimidad. Y todos esos detalles, junto a una buena sesión de gore y erotismo enfermo, no tienen precio en una tarde tonta de domingo .
4 comentarios:
Pues la fiebre que tuve yo con Lovecraft iba más allá de lo normal. No solo compre uno a uno todos los muchos volúmenes de Alianza Editorial sino que los leí muchas veces. Además lei todo lo que encontré (en español entonces) de sus colaboradores y predecesores y pillé volúmenes algo más raros en EDAF de la obra de HPL. Me formé una biblioteca graciosa.
Y me sigue gustando mucho, que caramba. Me encantaría ir a Providence solo por honrarle.
Así que no se si sería capaz de soportar lo que en ese contexto báquico-dionisiaco puede ser ese "Dagón". Podría yo acabar en las Montañas de la Locura...
Jaja, tu postura es más que entendible. Pero es verdad que Moore es otro fanático de Lovecraft (como tú y como yo) así que a pesar de las moderneces el poso de erudición y cariño por el original es ineludible.
Yo también quemé aquellas ediciones de Alianza. ¡Y las de Edaf! Que era mucho mejor para conseguir las rarezas, artículos y frikerías sobre el maestro que alianza no publicaba. Y de ahí pasé a las ediciones anotadas de Valdemar y de ahi a... ¿Quien sabe? Prefiero mucho antes a docenas de escritores, pero es cierto el virus Lovecraft se contagia sin remisión y se adhiere con más pegajosidad que un tentáculo chtluoide.
Menos mal que leo algún comentario serio que reivindique con justos argumentos la lectura de esta obra. Hasta ahora todo el mundo me había dicho que "Neonomicon" no había estado a la altura de sus expectativas, incluso el dependiente de una tienda de cómics a la que voy.
Aunque tuviera con este título puesto un poco el "piloto automático" y necesitara dinero, nuestro Peludo amigo suele merecer toda libra que ingresa. Creo que al fin sí que me apetece mucho pasar esa tarde "tonta" de domingo con Neonomicon, y de paso ponerme al día con Lovecraft. Pocos autores inspiran tantas cosas con sus obras menores.
Un saludo
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